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Columna
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Andalucía / Cataluña (II)

Descubrimos la semana pasada, entre otras cosas, así suculentas como curiosas, que la propuesta de nuevo Estatuto de Cataluña hurta a España la condición de Nación. España sólo es "Estado". A lo sumo, "Estado plurinacional". Pero con ser tan largo en el diseño, vaticinio y ejemplo de cuanto nos concierne -a los catalanes y a los demás españolitos que hemos tenido la ocurrencia de nacer en otro rincón cualquiera de este incierto solar-, no aclara cuáles sean esas otras naciones, además de Cataluña y el Valle de Arán. Pero me barrunto que a Andalucía, en esa tómbola, no le va a tocar la categoría máxima, por más que los andaluces nos pongamos haciendo el pino y sea cual sea el pormenor metafísico de la cuestión. De modo que sólo nos queda, de momento, un amargo rumiar: ¿Qué seremos, oh manes del terruño, los andaluces?

En la generosa entrevista que este periódico publicó el domingo 2 de octubre, al mandatario del Noreste de España se le escapó otra cosita, además de lo del "federalismo castellano". Aludió al "carácter polisémico" del concepto nación. ¿Creería tal vez que no íbamos a averiguar de dónde se habría sacado el socorrido vocablo? Pues nada menos que del informe que elaboró el Consejo Consultivo de Cataluña, poco sospechoso de españolista, por cierto. Advierten ahí los conspicuos juristas catalanes de los riesgos que entraña ese carácter polisémico -oséase, que tiene varios sentidos- de la palabra nación. En su virtud, recomiendan: "El sentido que emplee el Estatut ha de ser diferente del que la Constitución predica de la nación española". Ahí es nada. Maragall, naturalmente, no alude siquiera a tan sabia advertencia. "Cataluña es una nación", a secas, y arréglatelas como puedas, Zapatero, no haber sido tan ingenuo.

De sobra conoce el president que hoy, aquí y ahora, Nación es lo mismo que Estado, sobre todo en el sentir popular, el de los catalanes, el de los andaluces, los vascos, los murcianos...Y que eso es, a la postre, lo que cuenta, porque es lo que se traduce en votos. Lo demás son zarandajas y mandolinas.

Con ánimo aclaratorio y constructivo, tal vez no deberíamos echar en saco roto la posibilidad de que Andalucía, puesto que no sabemos qué sea, acabe formando parte de una hipotética "Federación Catalana", que ya se barrunta también en el Estatut, como paso previo a lo que sería, en un futuro más venturoso todavía, la gran "Confederación Ibérica de Naciones Libres", una vez incorporados Portugal, Puerto Rico... O algo por el estilo. (Largo rodeo para reinventar la FAI, pero así es la vida).

Motivos no faltan. Andalucía aporta actualmente como otra provincia catalana, y bien nutrida por cierto, con 770.000 andaluces que en allí viven. Pasan de 170 las asociaciones allí registradas, entre flamencas, rocieras, culturales... Y se acercan al millón y medio los andaluces que fueron pasando por las próvidas riberas del Llobregat, desde que Franco les fue invitando, aunque no a veranear, precisamente. (Continuará).

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