El Museo del Tebeo de Bruselas exhibe el cómic español desde 1975

La exposición El cómic de la democracia española 1975-2005/6, que acaba de inaugurarse en el Museo del Tebeo de Bruselas, reúne, en cuatro espacios, medio centenar de planchas originales de otros tantos artistas que muestran el cómic como una avenida para recorrer la historia del medio y la del país, desde la transición democrática, la época de oro del cómic de adultos, al tránsito difícil hacia el futuro, cuando un arte ya normalizado lucha por sobrevivir. Precedida por una mínima cata de Algunos tebeos del franquismo, incluidos los números 1 de El Capitán Trueno y de El Jabato, ambos en intenso combate contra los sarracenos, la muestra empieza en lo más alto con La transición democrática, entendida como los años que van desde la muerte de Franco al triunfo socialista de 1982.

Es la época favorita de José María Conget, el comisario de la exposición. "La desaparición de la censura tiene el efecto del descorche de una botella de champaña: los cómics españoles reflejan los problemas políticos y sociales del momento, con una fuerte dimensión erótica y heterodoxa".

Son los años de revistas como El Papus, El Jueves y El Víbora y de creadores que exploran todas las técnicas y estilos para retratar de forma suprema una sociedad en tensa vibración. Carlos Giménez refleja con brutal acierto aquellos primeros años de transición, cuando bandas de ultras sembraban el terror en una democracia titubeante. Otra vertiente ofrecen las historias de Nazario, con Anarcoma, el promiscuo transexual que sirve de guía al mundo canalla de la movida en Barcelona. El malogrado Pons convierte en imágenes un relato de Bukowski, y Gallardo muestra a Makoki, un personaje crucial de la época.

Crisis

Aquel momento de apogeo genera una escisión de corrientes que llevó a La explosión y la crisis, que Conget atribuye a la falta de infraestructura del medio, la saturación del mercado y al desvío de parte del público a otros medios. Nazario alcanza la cumbre con la segunda parte de Anarcoma y se despide del mundo del cómic con el bang de Turandot, para dedicarse, como otros, a la pintura. El gran Ivá, creador de Makinavaja, otro icono, fallece en 1993. A esta época pertenece Miguelanxo Prado, "cuyo Trazo de Tiza no es menor que una novela de Mendoza", a juicio de Conget.

La trepidante muestra, organizada por el Instituto Cervantes y digna de ser conocida en España en todo su acervo de 300 obras, concluye con El presente, el futuro. Artistas como Max y Pere Joan responden valiente e irónicamente a la agonía del género lanzando la revista Nosotros somos los muertos mientras pequeñas editoriales acuden en socorro del moribundo. "El futuro del cómic español surgirá de estos hermosos cementerios", profetiza Conget en el catálogo. La muestra puede ser vista en Bruselas hasta el 11 de diciembre. Luego partirá a Nueva York y, quizá, a Estocolmo.