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La ONU da un nuevo paso hacia el estatuto de Kosovo

Guillermo Altares

El conflicto de Kosovo, la provincia serbia de mayoría albanesa administrada por la ONU desde 1999 y donde están desplegados 17.000 soldados de la OTAN, se acerca a una resolución definitiva, aunque el camino será complejo y largo. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, recomendó al Consejo de Seguridad la apertura de negociaciones para alcanzar un estatuto definitivo.

"Informaré al Consejo de Seguridad de mi intención de abrir negociaciones para alcanzar un estatuto definitivo muy pronto", dijo Annan a la prensa. Soren Jessen-Petersen, el administrador internacional de Kosovo, señaló que las conversaciones "comenzarán antes de que termine el año".

La decisión de Annan se basa en el informe sobre la situación en Kosovo, un territorio del tamaño de Asturias, redactado este verano por su enviado especial, el noruego Karl Eide. El informe, cuyo contenido fue difundido ayer por la agencia France Presse, señala que el "futuro estatuto es una cuestión política muy sensible" y que, pese al respeto "imperfecto" de las normas democráticas en Kosovo, el momento ha llegado para comenzar las negociaciones.

Pero la apertura de negociaciones -seguramente en noviembre después de que el Consejo de Seguridad discuta el tema a finales de mes- no es más que el principio de un proceso muy largo. La ONU debe nombrar a un representante -todas las quinielas apuntan al ex presidente finlandés Martti Ahtisaari- que coordine las negociaciones entre los albaneses de Kosovo y el Gobierno serbio. Cualquier acuerdo debe contar con la aprobación de la comunidad internacional, que puede imponer también una salida aunque las partes estén en contra.

Situación insostenible

Muchos observadores consideran que la situación en Kosovo es insostenible y que la precaria estabilidad conseguida desde los ataques contra los serbios de marzo de 2004 podía romperse en cualquier momento, pese a la presencia de los 17.000 soldados de la Kfor, 800 de ellos españoles. El asesinato de dos serbios este verano demostró que la violencia sigue formando parte del presente de la región. Aunque existe un Parlamento y un Gobierno autónomo, la comunidad internacional sigue teniendo el control de facto sobre la provincia. La situación económica es un desastre absoluto.

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Los principales líderes albaneses, que representan al 90% de la población, señalaron esta semana que no admitirán otra solución más que la independencia. La posición de los serbios, cerca del 8% de la población, está mucho más dividida, pero en Belgrado cada vez más políticos comprenden que es imposible volver a la situación anterior a la intervención internacional de 1999, que Kosovo sea una provincia serbia, pero no será fácil digerir la independencia total. La comunidad internacional se inclina por una especie de independencia tutelada durante años, quizás décadas. "La cuestión de la autonomía y de la independencia está sobre la mesa", dijo ayer Annan.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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