Sí, nuestros mares se agotan
Siguiendo la estela de la entrevista a Michael Crichton publicada en EL PAÍS el 22 de septiembre, en la que sin ningún pudor se negaba la evidencia del cambio climático, el pasado día 26, también en una entrevista concedida a EL PAÍS, el presidente de Pescanova, una de las mayores empresas pesqueras del mundo, negaba la evidencia de la grave crisis que atraviesa la mayor parte de los caladeros.
Los datos de que dispone WWF/Adena contradicen rotundamente esta optimista posición. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente entre el 62% y el 91% de los stocks comerciales, dependiendo del caladero, se encuentran fuera de los límites biológicos de seguridad en el Atlántico noroeste. Este porcentaje alcanza el 100% en el mar de Irlanda y el 70% en el Mediterráneo. A nivel mundial la situación es igualmente preocupante; la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) nos recuerda de nuevo este año que en torno al 79% de las pesquerías se encuentran plenamente explotadas, sobreexplotadas o agotadas. Especies emblemáticas como el bacalao, el atún rojo o la anchoa se agotan.
Esta actitud, tan frecuente en una parte de la industria y la administración pesquera, de negar la preocupante situación de los recursos marinos, nunca va acompañada por dato científico alguno que respalde una hipotética buena situación de las pesquerías. También resulta chocante que el presidente de Pescanova argumente que si los recursos pesqueros no estuviesen en buen estado, los armadores dejarían de pescar: resulta que sólo en Europa se han perdido más de 100.000 puestos de trabajo en la pesca (más de 20.000 sólo en Galicia) en los últimos años, a pesar de que este sector se encuentra fuertemente subsidiado. En gran medida la pesca sigue siendo rentable porque el sector industrial recibe en España más de 350 euros por tonelada capturada de pescado (más de 1.700 millones de euros en el periodo 2000- 2006, según los datos oficiales y sin incluir los acuerdos pesqueros).
Empresas como Pescanova, con una flota industrial que pesca en todo el planeta, no debería dedicar sus esfuerzos a negar la situación crítica de la pesca, sino a liderar un cambio radical y rápido hacia la sostenibilidad y la recuperación de los cada vez más agotados recursos en los que se basa su actividad y la salud de nuestros mares.
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