La humildad y el impulso escritos en presente
El don de la ignorancia no es un título inocente. Es una declaración de intenciones absoluta para José Corredor-Matheos, que quiso con ese libro, el título que ayer obtuvo el Premio Nacional de Poesía, reflexionar sobre la humildad. "El arte debe tender a la excelencia pero debe ser hecho con humildad. En el acto de escribir tiene que predominar la modestia, con el don de la sencillez, debes estar dispuesto a escuchar el poema, si no escuchas su voz acabas fingiendo, pretendiendo, y toda pretensión es artificio", asegura Corredor-Matheos.
Con esa actitud, el poeta teje sus versos, esa actitud y una radical confianza en la sorpresa, la aparición, el instinto, el asalto de cualquier momento poético, en cualquier rincón, en la más inesperada esquina. Hasta en los sueños. "No comprendo que se ponga uno a escribir un poema", asegura. "Si lo hago es porque decido crear algo estructurado, un soneto, por ejemplo". Lo malo es cuando los impulsos le sorprenden inerme. "En la cama, o durmiendo". Así se le escapan muchos poemas, puede que algunos de los mejores, pero nunca lo sabrá.
Escribe siempre en presente. "Porque es el tiempo que refleja totalmente el impulso", asegura. Y deja para el pasado las batallas poéticas, de las que se siente lejano. "Creo que hoy, en la poesía española hay una gente buenísima", afirma. Se muestra constantemente abierto al encuentro con el talento, aunque no tenga nada que ver con sus creencias poéticas, ni estéticas. "Mis preferencias personales no tienen por qué ser las verdaderas, defiendo la variedad de tendencias siempre que sean creativas, en eso coincido con Lorca cuando decía que si un cantaor grande aborda el cante chico, siempre lo convertirá en grande. Lo que no creo es que el arte verdadero deba ser crudamente realista".
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