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Un libro indaga en el éxito del flamenco en la Europa del XIX

En Londres y París triunfó el flamenco cuando todavía no se llamaba flamenco. Se le conocía entonces como bailes españoles. Viajó bien entrado el siglo XIX hasta estas dos capitales europeas. Las coreografías fascinantes, los trajes de colores y las mujeres andaluzas convencieron a los empresarios artísticos del momento. La escritora Rocío Plaza Orellana (Sevilla, 1970) escarba en las claves de ese triunfo en su libro Bailes andaluces en Londres y París (1830-1850), que es el primero publicado por la recién creada editorial Arambel.

Plaza Orellana se valió de una ayuda de la Junta dedicada a la investigación musical para iniciar su trabajo. Viajó hasta Londres y París en un trayecto que fue hacia el pasado, ya que recuperó las páginas de periódicos con las crónicas de aquellos espectáculos y las memorias de los dueños de teatro, aficionados a resumir sus vidas por escrito. Fueron las principales herramientas de la escritora para conocer el grado de aceptación de aquellos bailes.

"Lo que me interesaba era saber cómo fue ese éxito, si fue una moda temporal o un éxito que se prolongó en el tiempo. Poner de manifiesto que cualquier éxito no era entonces algo improvisado sino el resultado de muchos intereses que sella después el público con su aplauso", explica Plaza Orellana.

Dos décadas

El estudio se centra en dos décadas. Y no es casual. La escritora arrancó en 1830 porque estaba a punto de morir Fernando VII. Era una etapa de aperturismo y los bailes se multiplicaban. Y finaliza en 1850 porque, al año siguiente, se celebró en Londres la primera gran exposición universal. A partir de entonces fue más fácil dar movilidad atravesando fronteras a las distintas culturas.

El libro de Plaza Orellana da cuenta de la apropiación del éxito español por parte de las bailarinas francesas y londinenses, que se hicieron rápidamente con los pasos. De esta forma, se llevaron más fama y proyección que cualquiera de las españolas. Hay historias personales como la de Lola Montes, de pelo oscuro y ojos azules, que representa las dos caras del triunfo nacional de aquellos años en Europa. La alegría de conquistar al público y el esfuerzo desgraciado de tantas bailarinas por abrirse un hueco.

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La escritora, a través de su investigación, concluye que la prensa fue fundamental para que los bailes españoles, que después se conocerían como andaluces y finalmente como flamenco, triunfaran en Londres y París. "Eran los especialistas quienes, a través de sus crónicas, hacían que se llenara o no un teatro".

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