Jubilados y empresas
Los españoles llegan cada vez antes a su jubilación. Para disfrutarla, no siempre basta con gozar de buena salud y solvencia económica, a veces se necesita una ocupación. Algunas iniciativas hacen que quienes se resisten a retirarse del todo sigan siendo útiles a la sociedad.
Si bien la edad promedio de retiro en España es de 63 años, que no es de gran precocidad si la comparamos con Alemania (60 años) o Francia (58 años), el ministro Jordi Sevilla anunció el pasado mes de junio que el Gobierno socialista estudiaba un plan de jubilación anticipada para los funcionarios públicos de más de 58 años. Este plan, todavía en fase de estudio, afecta a casi el 5% de los funcionarios de este país, cuya edad media se sitúa en 47 años.
Este tipo de ofertas de prejubilación existen desde hace tiempo y vienen aplicándose de forma generalizada en la empresa privada. En las grandes corporaciones y multinacionales es habitual que sólo estén por encima de los 50 años las personas que ocupan los cargos directivos de mayor responsabilidad.
Ciertamente, es ésta una de las características de los mercados de trabajo actuales. Muchos se llevan las manos a la cabeza: ¿por qué no interesan en las empresas las personas de más de 50 años?
Las causas. Hay varios motivos. A saber, en primer lugar porque la incorporación al mundo laboral del baby boom de los años sesenta ha traído un exceso de empleo de personas jóvenes bien preparadas, con mucha energía y que pueden remunerarse con menos dinero. En segundo lugar, porque la tecnología ha posibilitado la amortización de muchos puestos de trabajo y es siempre más barato prejubilar que despedir. Adicionalmente, las empresas prefieren quedarse con los jóvenes antes que con los mayores, pues les queda más terreno que recorrer y podrán rentabilizar más las inversiones de formación y retención de personal. También es más sencilla la política de recursos humanos si se establece un corte de edad determinado. La tecnología juega un doble papel: también ha hecho obsoletas a personas mayores que no logran seguir el ritmo de los avances técnicos que las empresas incorporan; incluso ha surgido un tipo de enfermedad laboral, denominado tecnoestrés, muy frecuente entre las personas de más edad que no logran adaptarse a los cambios tecnológicos.
Aunque las encuestas demuestran que la gente prefiere retirarse antes de los 65 años, cuando llega la tan ansiada jubilación, la realidad es otra. Tras el respiro de tomar la decisión de jubilarse, se entra en una etapa en la que se despliega una actividad de ocio intensa: pasear, leer, jugar al dominó ; en definitiva, todo aquello para lo que nunca hubo tiempo. Pero, pasados unos meses, si la persona goza de la salud e ingresos suficientes, siente que todo eso no le llena y que falta una componente esencial en su vida: sentirse útil para la sociedad.
Las salidas. Es aquí donde muchos prejubilados se buscan la vida. Las opciones son varias, pero las más habituales son: iniciar un negocio propio (gran paradoja, la de tomar la decisión de la independencia al final de la carrera profesional) y ayudar a ONG de forma desinteresada.
En este marco surge una interesante y loable iniciativa, la de Secot (Seniors Españoles para la Cooperación Técnica), una asociación sin ánimo de lucro, formada por ejecutivos jubilados que ofrece asesoramiento o consultoría a empresas que, por su tamaño o situación (jóvenes emprendedores, pymes y ONG con recursos económicos escasos), no pueden pagarse una asesoría comercial o empresarial.
E La voz de la experiencia. Los miembros de Secot son directivos retirados, con un impresionante bagaje a sus espaldas. ¿Por qué desperdiciar tal capital intelectual y experiencia profesional? Oí decir una vez que en todas las empresas debería haber un jubilado, pues, gracias a esa memoria, se evitarían muchos errores. Es cierto, las multinacionales llenas de jóvenes ejecutivos agresivos son organizaciones ágiles y audaces, pero sin memoria. Son como ordenadores de alta velocidad sin disco duro.
Secot recibe peticiones de ayuda por parte de empresas y envían a directivos jubilados a prestar sus servicios de forma gratuita. ¿Por qué de forma gratuita? En primer lugar, porque sus miembros desean devolverle a la sociedad lo que en su día ésta les aportó: su experiencia. En segundo lugar, porque les mueve un espíritu altruista. Si la salud y la pensión son suficientes, ONG o asociaciones como Secot proporcionan esa tercera pata: una ocupación. Según Enrique Puig Climent, delegado de Secot en Barcelona: "Si una persona tiene aseguradas estas tres patas, la jubilación puede ser un regalo del cielo".
Imparcialidad garantizada. Otra de las ventajas, además de sus conocimientos y experiencia, de disponer de un asesor jubilado es que es absolutamente imparcial y objetivo. Carece de intereses secundarios o de la obligación de conservar al cliente, extremo que obliga muchas veces a las asesorías y consultorías a prestar sus servicios con muchos condicionantes añadidos.
No estamos hablando de cuatro jubilados revisando facturas: Secot tiene en su haber a todo un ejército de casi 900 consultores que realizan al año más de 3.000 intervenciones en empresas. ¡Más que muchas multinacionales de servicios! El modelo de Secot debería además ser imitado por otros colectivos de profesionales, porque no se trata de aprovecharse de la gente mayor para que trabajen gratis, ni de robarle trabajo a nadie, sino que se trata de procurar una ocupación intelectual y gratificante a personas que la sociedad ha desestimado antes de tiempo y que tienen todavía ganas de batallar.
Tiempos inseguros
El modelo de Seguridad Social está en crisis. Los jóvenes se incorporan más tarde al mercado de trabajo, pues cada vez se necesitan más años de formación. Por otro lado, los mayores se jubilan antes. La pirámide de población ofrecerá dentro de 20 años una proporción desequilibrada entre activos contribuyentes y jubilados con derecho a cobrar su pensión.
Algunas voces hablan ya de quiebra del sistema de Seguridad Social. Otros proponen su privatización, como en Estados Unidos. Se oye también que es preciso aumentar el número de inmigrantes para compensar la falta de población joven, y hay quienes sugieren retrasar la edad de jubilación de los 65 a los 70 años.
Sin embargo, la tendencia es la contraria, porque la gente cada vez se jubila antes. Este asunto de las jubilaciones anticipadas es otro más de los aspectos que apunta a que el modelo europeo de Estado de bienestar va a tener que revisarse tarde o temprano.
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