Uruguay enmienda el rumbo
El país crece un 6,9% en el semestre, olvidando la crisis de 2002
La economía uruguaya crecerá un 6% este año, gracias a unas finanzas ordenadas que han cumplido con los mandatos del FMI. Sin embargo, su enorme deuda pública, las debilidades del sistema bancario y las demandas sociales insatisfechas, hacen vulnerable su evolución a medio plazo. Por el momento, el Gobierno mantiene paralizadas las reformas estructurales.
La deuda pública del país representa el 88% del PIB, 10 puntos menos que hace 12 meses, y caerá hasta el 80% en diciembre
La economía uruguaya puede cerrar el año creciendo al 6%, lo que junto al aumento del 12% en 2004, confirmaría la superación de la crisis
Los últimos datos llaman al optimismo. El Banco Central indica que el PIB del país suramericano creció un 6,9% durante el primer semestre de este año. Esto se traduce en un crecimiento del 3% durante el segundo trimestre, tras la caída de 0,2% registrada hasta marzo. El Gobierno y los mercados creen que el PIB podría cerrar el año cerca del 6%, lo que sumado al 12% de alza en 2004, confirman que la crisis financiera que estalló hace tres años ya ha pasado.
Los pilares de este crecimiento han sido la demanda interna, que creció un 13,3% en 2004 y el dinamismo de sectores claves en la economía, como la agroindustria con un 4,9% y servicios que se elevaron un 4,7% durante el primer semestre de este año. Los buenos resultados coinciden con la estabilización de la economía argentina y brasileña, los principales socios comerciales de Uruguay. Durante el año pasado las exportaciones crecieron un 32,6% y las importaciones un 42,5%.
Cuentas estables
Después de los acuerdos establecidos con el FMI tras la crisis de 2002, Uruguay ha logrado estabilizar las cuentas públicas. La inflación ha caído desde un 19,4% en 2003, hasta un 4,1% anualizado durante este primer semestre. Al mismo tiempo, la deuda pública ha llegado hasta el 88% del PIB, 10 puntos menos que hace 12 meses.
Para lograr este favorable escenario macroeconómico, ha sido clave la política continuista del nuevo Gobierno socialista de Tabaré Vázquez. Hace unas semanas ha anunciado que Uruguay adelantará sus pagos al FMI y amortizará el 40% de deuda que posee con el organismo. De esta manera, el Ejecutivo quiere desligarse del Fondo y tener mayores herramientas de control monetario y fiscal, actualmente atado a los acuerdos de 2002.
Hasta el momento, el Gobierno de Vázquez ha cumplido rigurosamente las metas de superávit fiscal primario. Este año se llegaría a un 3,5% del PIB, mientras que para los próximos cuatro años está previsto llegar al 4% de superávit, tres décimas por encima de lo exigido desde el FMI. Con la inflación bajo control, se espera que en diciembre la deuda llegue al 80% del PIB, pasando a niveles del 50% en 2012.
El peso de la deuda
Pero no es oro todo lo que brilla. Los analistas advierten que la economía sigue siendo vulnerable debido a la enorme deuda pública y a las debilidades del sistema bancario que no ha logrado recuperarse. A pesar que la inversión ha crecido un 27% durante el año pasado, gran parte de este porcentaje se debe al sector público. El riesgo país se mantiene a la baja.
Los cambios estructurales son la otra gran preocupación del Gobierno. Siguen pendientes modificaciones al ámbito laboral, fiscal y bancario. Sin embargo, el paquete de reformas ha quedado suspendido por las tensiones sociales que actualmente afectan al Gobierno. Vázquez no ha logrado cumplir el plan para reducir las desigualdades y la pobreza con el que llegó al Ejecutivo. El gasto prioritario ha sido la educación, se está negociando un plan de mejoras salariales y se espera realizar este año una reforma tributaria que modifique la carga fiscal a las personas. Unas estrategias que no han convencido a los empresarios que las consideran contradictorias, ni a los trabajadores, que sostienen que sus necesidades siguen siendo postergadas, esta vez por el Gobierno socialista.
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