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El monopolio petrolero mexicano, en crisis

Los largos años de cerrojo a la entrada de capital privado llevan a Pemex a la ineficiencia económica

Sólo dos naciones en el mundo tienen una Constitución que impide la inversión privada en exploración, explotación y refino de hidrocarburos. Corea del Norte, que sigue gobernada por una de las últimas dictaduras comunistas que sobreviven en el planeta, y México, cuyo régimen es homologado con cualquier democracia de corte occidental.

En política energética, estos dos países son más herméticos que China, Rusia o Cuba, que permiten la inversión privada mediante contratos de participación de la producción y el riesgo, y a través de joint venture (negocio conjunto).

Largos años de cerrojo al capital privado han alimentado un gigantesco monopolio llamado Petróleos Mexicanos (Pemex), que sobrevive entre la ineficiencia y los números rojos. La empresa petrolera ha venido aportando el 68% de sus ingresos a las arcas del Estado. Esta cifra podría cambiar en función de la reforma fiscal actualmente a debate en el Congreso. Incapaz de invertir en reposición de reservas, a través de exploración, desarrollo de yacimientos más complejos, o de la adquisición directa de yacimientos, Pemex está en una situación crítica, según admite el director de la compañía, Luis Ramírez Corzo.

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Los contratos de servicios

El origen de la actual política energética mexicana se remonta a 1938, cuando el general Lázaro Cárdenas decretó la nacionalización de la industria petroquímica, que puso fin a los contratos de concesión. En años posteriores, distintos gobiernos aprobaron decretos o enmiendas restrictivas a la participación extranjera, hasta llegar a la situación presente, definida en la Constitución de México. Concretamente, el artículo 27 de la Carta Magna establece los siguiente: "Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, o de minerales radiactivos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán los que, en su caso, se hayan otorgado, y la Nación llevará a cabo la explotación de esos productos, en los términos que señale la ley reglamentaria respectiva". En la práctica, esta legislación impide a Pemex la firma de cualquier acuerdo de colaboración con compañías privadas.

Dependencia estatal

"La situación económica de Pemex nunca se resolverá si no se resuelve la posición financiera del Estado en su conjunto", opina Luis Téllez, secretario de Energía del Gobierno de Ernesto Zedillo desde octubre de 1997 a diciembre del 2000. "Es una falacia suponer que se puede arreglar Pemex, que pueda invertir más de sus propios recursos, sin una reforma fiscal". Téllez encabezó el único intento serio de reforma energética llevado a cabo en los 71 años que gobernó el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Pretendía abrir el sector eléctrico como primer paso hacia la privatización energética. No logró su objetivo. "Teníamos el apoyo del PRI a pesar de que es un partido antiprivatización, pero no logramos construir una alianza con el Partido de Acción Nacional (PAN) que, por su ideología, nos tenía que apoyar", recuerda el ex secretario de Energía. Faltaban dos años para las presidenciales de 2000 y los líderes panistas no apoyaron la iniciativa por razones electoralistas. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) también rechazó la propuesta, que no llegó a votarse en el Congreso.

Durante el Gobierno de Vicente Fox (PAN) ha habido varias tentativas de reforma, que no lograron la mayoría necesaria. El PRD mantiene su espíritu antiprivatizador y en el PRI conviven varias corrientes, desde la ultranacionalista del senador Manuel Bartlett a la más moderada del senador Genaro Borrego. En opinión de Luis Téllez, el mayor obstáculo para una apertura del sector energético es un falso nacionalismo que encarnan "posiciones políticas egoístas de algunos personajes que no entienden hacia dónde va el mundo, ni cuál es el rol de la energía en una economía semiindustrializada como la mexicana".

Los problemas económicos de Pemex se sienten a la hora de acceder a la tecnología punta para trabajar, por ejemplo, en la prospección de nuevos yacimientos a profundidades de hasta 3.000 metros en aguas del golfo de México.

Falta tecnología y dinero

La petrolera estatal necesita dinero y tecnología que no se vende en las tiendas y que sólo tienen las empresas petroleras. Para conseguirla tendría que asociarse con empresas como Repsol, Shell, Total, que exigirían alguna contrapartida como participar en el yacimiento.

El año pasado, la balanza comercial de hidrocarburos apenas fue positiva en 1.000 millones de dólares. La explicación es que México, siendo un importante productor de petróleo, tiene poca capacidad de refino, por lo que tiene que importar petróleo refinado. Los yacimientos mexicanos empiezan a entrar en declive, producen cada vez menos y, si nada lo remedia, en 2016 México será un país importador de petróleo.

Según cálculos de Pemex, reproducidos por el consultor en temas energéticos John Padilla, de IPD Latin America, la producción del pozo petrolífero de Cantarell, el más grande de México y octavo del mundo, comenzará a declinar este año, antes de lo previsto. Cantarell está en explotación desde 1979, el año pasado proporcionó 2,11 millones de barriles diarios, y aportó el 60% del petróleo extraido por Pemex.

Para incentivar la producción en otros pozos y explorar en aguas profundas, Pemex ha aumentado este año la inversión hasta 11.500 millones de dólares, cifra superior a los 10.100 millones de dólares del año pasado.

La falta de recursos provoca deficiencias en el mantenimiento de las instalaciones, que trabajan a un ritmo muy intenso, como lo demuestran los 3,4 millones de barriles diarios de crudo que produce México.

De enero a julio del presente año 2005 las cuatro subsidiarias de la empresa Pemex han registrado una treintena de accidentes de derrames de combustibles o explosiones de gasoductos, debido a la corrosión de los conductos y fallos en los trabajos de reparación.

Vista de una plataforma petrolífera de la compañía Pemex en Campeche, México.
Vista de una plataforma petrolífera de la compañía Pemex en Campeche, México.ASSOCIATED PRESS

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