_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Maeso

Poco a poco, se dejará de hablar del doctor Maeso. Sería lo mejor. Lo más saludable para todos. Porque a menos que seas una presunta víctima del anestesista, ¿para qué aguantar la altanería chulesca de este o de ningún otro acusado? Ni siquiera se pone humilde, como Farruquito. Ni siquiera le pide al juez que lo trate como si no fuera Maeso. Adopta una actitud desafiante. Y cuando se pone así, piensas que en un descuido se levantará de su asiento y desplazará al juez para ordenar que las víctimas ocupen el banquillo de los acusados. Maeso cree que fueron las víctimas quienes le contagiaron la hepatitis C, y no al revés. Claro que un buen día puede desmoronarse, venirse abajo. Lo cierto es que el doctor Maeso inspira sentimientos encontrados. Te da miedo y de repente sospechas que el miedo lo tiene él, sobre todo de sí mismo. ¿No tendría yo miedo de mi mismo si me creyera capaz de trabajar 144 horas seguidas, sin café y sin drogarme? Me asustaría de mí mismo y también de cuantos me rodean sin atreverse a decirme la verdad. La verdad es que un acusado que dice esas cosas, y otras parecidas, no necesita un abogado defensor que increpa a la prensa, sino un enfermero que le ponga la camisa de fuerza.

Esperemos que el juez aguante hasta el final. Porque Maeso agota. Maeso es una pesadilla. Maeso no te anestesia aunque sea anestesista. Solamente irrita.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_