Dos libros descubren el rostro secreto de Greta Garbo en su centenario
Fotos, cartas y documentos de su archivo personal salen a la luz
Quiero que me dejen sola". Distante, enigmática, terriblemente bella, tímida y extremadamente celosa de su intimidad, Greta Garbo (1905-1990) hizo de esta frase toda una filosofía de vida. Al cumplirse 100 años de su nacimiento, el mito de la huidiza estrella se mantiene incombustible.
Al sur de Estocolmo, el 18 de septiembre de 1905, en un humilde barrio nació la inolvidable y altiva protagonista de La reina Cristina de Suecia (1933), Greta Louisa Gustafsson. Hija de un jornalero, la mujer cuyo rostro y profunda mirada encandilaron al mundo abandonó la escuela a los 13 años para cuidar de su padre, que moriría poco después. De una barbería a unos grandes almacenes y de ahí a varios anuncios publicitarios; su carrera despegó al obtener una beca para la Real Escuela de Arte Dramático de Estocolmo. Allí, a los 19 años, se encontró con su mentor, maestro y amante, el director Mauritz Stiller, quien le dio su nombre artístico y su primer papel (The saga of Gosta Berling, 1924). Juntos marcharían a Hollywood, donde Greta llegaría a ser la actriz mejor pagada del momento.
'Greta & Marlene' indaga en la relación oculta de las dos divas de Hollywood
Su interpretación, en Entre naranjos (1926), de una seductora campesina española que se convierte en una gran diva de la ópera fue su primer papel en la meca del cine. A partir de ahí los éxitos se sucedieron como heroína trágico-romántica en La dama misteriosa (1928) o El beso (1929). Su belleza clásica y altiva la convirtió en un icono cuyo irresistible atractivo sedujo tanto a hombres como a mujeres. La Divina marcó moda, impuso los pantalones y las cejas depiladas y supo sobrevivir a la llegada del sonido a la gran pantalla. "¡Garbo habla!", rezaba el anuncio de Ann Christie (1930), donde con voz ronca y marcado acento nórdico pedía un vaso de whisky en su primer diálogo.
Greta Garbo también supo dar el salto a la comedia de la mano de Ernst Lubitsch en Ninothcka (1939). Dos años después, tras la pésima acogida crítica de La mujer de las dos caras (1941), decidió retirarse de la pantalla con 36 años y 27 títulos a sus espaldas. Eternamente joven y bella era como quería que la recordara su público. Retraída y solitaria, Garbo paseaba a diario por las calles del Upper East Side neoyorquino con gafas oscuras y un gran sombrero de ala ancha, dispuesta a mantener
su mito intacto. El celo con el que luchó por preservar su intimidad contribuyó a magnificar el aura de misterio que aún hoy la rodea.
La reedición de Greta & Marlene. Safo va a Hollywood, de Diana McLellan (T&B), vuelve a traer a las librerías las averiguaciones de la oreja de Washington -la autora del libro publicó durante décadas una columna en varios periódicos de la capital estadounidense titulada The ear. McLellan buceó durante cinco años en correspondencias privadas, filmotecas, bibliotecas y archivos para reconstruir la compleja red que unió a dos grandes estrellas europeas de la época dorada de Hollywood: Greta Garbo y Marlene Dietrich.
Política, espionaje, amores homosexuales e intrigas se suceden en las páginas de este libro que prueba una relación que tanto Dietrich como Garbo se esforzaron por ocultar a lo largo de sus vidas. Desde el círculo lésbico hollywoodense -en el que se encontraban las actrices Tallulah Bankhead y Alla Nazimova, la escritora Mercedes Acosta y la guionista Salka Viertel- hasta el proceso de los Diez de Hollywood de 1947 en pleno auge del macartismo, Greta & Marlene ahonda en el lado menos conocido de Hollywood.
Desconocidas también, aunque menos escandalosas, son las fotos reunidas en Garbo. Portraits d'une légende, publicado por Flammarion. Robert Dance firma los textos que acompañan las imágenes de la actriz en su infancia y juventud. El libro también recoge fotografías de Garbo tomadas por su amigo Cecil Beaton, así como cartas y documentos inéditos procedentes de su archivo privado.
Babelia
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