El huracán acaba con el sistema judicial de Nueva Orleans
En el Centro de Detención número 3 de Alexandria, ciudad del centro de Luisiana, hay 200 nuevos internos llegados esta semana hambrientos y exhaustos tras ser evacuados de las inundadas cárceles de Nueva Orleans. No tienen un solo papel que indique si han sido acusados de beber demasiado o de intento de asesinato. Tampoco hay jueces que atiendan sus casos ni un tribunal designado para juzgarles ni abogado que les represente. En caso de encontrar abogados tampoco habría ninguna fórmula para pagarles. Los presos no han tenido contacto con sus familias desde hace días y no saben si sus parientes están vivos o no, o si sus casas siguen existiendo.
"No hay nadie que sepa quiénes son esos tipos ni por qué están aquí", dice Phyllis Mann, una de las abogadas de Alexandria que se acercó al centro de detención para interesarse por los presos.
Además de la destrucción de vidas, casas y barrios, el huracán Katrina ha acabado con el sistema legal de la región de Nueva Orleans. Más de un tercio de los abogados del Estado de Luisiana han perdido sus oficinas. Los archivos guardados en los ordenadores se habrán salvado, pero muchos otros archivos se habrán perdido para siempre.
Pérdida de documentos
Algunos tribunales con todos sus documentos y papeles están completamente inundados. Los procesos judiciales, desde divorcios hasta crímenes pasando por litigios entre empresas, quedarán paralizados indefinidamente y en caso de que puedan reanudarse los abogados encararán obstáculos insuperables para encontrar testigos y pruebas.
Los efectos sobre los abogados individualmente varían, desde aquellos que trabajan en grandes compañías que ya han sido capaces de encontrar un lugar para seguir trabajando y han contactado con sus clientes hasta aquellos que temen que no podrán empezar de cero. William Rittenberg, ex presidente de la Asociación de Abogados Defensores de Luisiana, que ha ejercido en Nueva Orleans durante 30 años, dice que está viviendo como un nómada desde que llegó el huracán, trasladándose con su esposa y sus dos perros de una ciudad a otra. "Sinceramente no sé si volveré alguna vez a la práctica legal", afirma.
Sin embargo, algunos problemas logísticos han empezado a resolverse. El Tribunal Supremo de Luisiana, por ejemplo, ha trasladado sus operaciones de Nueva Orleans a Baton Rouge, la capital del Estado, y otro importante tribunal de apelaciones se ha movido a Houston (Tejas).
Pero el principal problema sigue siendo el de los miles de detenidos del sur del Estado que se encuentran a la espera de juicio y se ven inmersos en un auténtico limbo legal sin jueces ni tribunales ni abogados ni pruebas ni testigos.
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