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Entrevista:ÁNGELA VALLVEY | Escritora

"Para explicar el presente hay que conocer nuestro pasado"

Amelia Castilla

Ángela Vallvey (Ciudad Real, 1964) tenía 11 años cuando murió Franco, pero apenas tiene recuerdos de aquel momento histórico más allá de alguna escena lejana a través de la televisión. Con el tiempo, Vallvey acabó por licenciarse en Historia Contemporánea, pero el programa no alcanzó a incluir estudios exhaustivos sobre la Guerra Civil, el franquismo y la transición. Fue precisamente el deseo personal de contar una época y aclarar algunos aspectos que se han mantenido ocultos sobre esa parte de nuestra historia lo que la llevó a bucear en ensayos, hemerotecas y libros de viejo en busca de documentación sobre algunos de los aspectos que acompañaron a esos momentos. "Para explicar el presente debemos conocer nuestro pasado. Hay muchas cosas que todavía permanecen ocultas desde el punto de vista histórico", aclara Vallvey. Su nueva novela, La ciudad del diablo (Destino), narra los 20 últimos días de la vida de Franco desde San Esteban, un pueblo de la provincia de Toledo, donde la atención parece repartirse entre la agonía del dictador, la Marcha Verde que Hassan II organizó para quedarse con el Sáhara y el cadáver acuchillado de una madre soltera. La víctima responde a lo que la moral de la época definía como una oveja negra, una mujer sin prejuicios sexuales y militante del ilegal Partido Comunista de España.

"Fue un momento de silencio, expectación y cobardía. La gente tenía miedo hasta de hablar en sus casas. Por eso escogí un escenario rural, donde lo normal es que se esconda algún secreto terrible que casi todos conocen pero del que nadie habla. En un pueblo los contrastes resultan más evidentes", explica la escritora. "Mi idea era escribir una novela de contrarios: un cura conciliar y un posconciliar; un meapilas y un avanzado..., así hasta completar un friso en el que se visualizaran las dos Españas".

El primer parte médico

La ciudad del diablo, dedicada a tres agentes literarias, comienza el 1 de noviembre de 1975, cuando los informativos ofrecen el primer parte médico sobre la salud de Franco. Para revisar el tardofranquismo, Vallvey ha optado por el género de intriga. Un sacerdote y un niño de diez años, que se autodefinen como Holmes y Watson, serán los encargados de acercar al lector el resultado de la investigación sobre el crimen. La elección de centrar el relato en estos dos personajes responde a la decisión de la autora de homenajear a Conan Doyle, uno de sus autores favoritos, y la intención de mostrar una parte de la Iglesia que luchó por las libertades.

La autora de Los estados carenciales ha arropado a sus personajes con una minuciosa descripción de la ropa, los programas de televisión, las canciones del momento, el Tribunal de Orden Público, la censura en las revistas y las lecciones de moral sexual que era frecuente escuchar entre algunos sectores de la Iglesia.

La idea de Vallvey es que en estos años hemos dado un salto de gigantes, pero que la guerra civil todavía no se ha superado. "La transición pasó de puntillas por muchos temas oscuros y ahora que ha pasado tiempo suficiente hemos recuperado ese ambiente guerracivilista. En estos momentos se puede hablar sin temor a equivocarse de dos Españas, igual de intransigentes una que otra", argumenta.

La autora de No le llames amor, novela con la que ganó el Premio Nadal, ya está trabajando en un nuevo relato, pero cada día escribe poesía. "No hay industria editorial que la sostenga, fuera de los premios literarios y lo que publican las comunidades autónomas, pero con escribir poesía me doy por satisfecha".

La escritora Ángela Vallvey.
La escritora Ángela Vallvey.MANUEL ESCALERA
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