_
_
_
_
Tribuna:CATÁSTROFE EN EE UU | Los españoles
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Katrina y el cambio climático

El huracán que azotó la costa del sur de EE UU fue apodado Katrina por el Servicio Meteorológico Nacional. Su verdadero nombre es calentamiento global. Cuando el año empezó con una nevada de 60 centímetros de nieve en Los Ángeles, la causa fue el calentamiento global. Cuando los vientos de 200 kilómetros por hora cerraron centrales nucleares de Escandinavia y cortaron el suministro eléctrico de centenares de miles de personas en Irlanda y Reino Unido, el impulsor fue el calentamiento global. Cuando una grave sequía en el Medio Oeste reducía los niveles de agua del río Misuri a mínimos históricos este verano, el motivo fue el calentamiento global.

En julio, cuando la peor sequía registrada provocó incendios en España y Portugal y los niveles de agua en Francia eran los más bajos en 30 años, la explicación fue el calentamiento global. Cuando una ola de calor letal en Arizona mantuvo unas temperaturas superiores a los 43 grados centígrados y acabó con la vida de más de 30 personas en una semana, el culpable fue el calentamiento global. Y cuando la ciudad india de Bombay (Mumbai) acumuló un metro de agua en un día, lo que mató a 1.000 personas y desbarató la vida de 20 millones más, el villano fue el calentamiento global.

Más información
Nueva Orleans se revuelve contra Washington

A medida que la atmósfera se calienta, genera sequías más prolongadas, lluvias más intensas, olas de calor más frecuentes y tormentas más rigurosas. Aunque el Katrina comenzó como un huracán relativamente pequeño que acechaba las costas del sur de Florida, recibió una enorme carga de extraordinaria intensidad de las temperaturas relativamente abrasadoras de la superficie marina en el Golfo de México. Las consecuencias son desgarradoras y aterradoras en igual medida. Por desgracia, muy pocos estadounidenses conocen el nombre auténtico del huracán Katrina, porque las industrias del carbón y el petróleo han invertido millones de dólares para mantener al público con dudas sobre la cuestión.

El motivo es simple: permitir que el clima se estabilice exige que la humanidad reduzca su consumo de carbón y petróleo en un 70%. Eso, naturalmente, amenaza la supervivencia de las mayores empresas comerciales de la historia. En 1995, los servicios públicos de Minnesota descubrieron que la industria del carbón había pagado más de 800 millones de euros a cuatro científicos que mostraban públicamente su disconformidad con el calentamiento global. Y ExxonMobil ha gastado más de 10 millones de euros desde 1998 en una campaña de relaciones públicas y cabildeo contra el calentamiento global. En 2000, los magnates del petróleo y el carbón se apuntaron su mayor victoria electoral hasta la fecha cuando el presidente George W. Bush salió elegido y a renglón seguido aceptó las insinuaciones del sector respecto a su política climática y energética.

A medida que el cambio climático acelera el paso, muchos investigadores temen que ya nos encontremos en un periodo de mutación irreversible y descontrolada. Con este telón de fondo, la ignorancia de la ciudadanía estadounidense sobre el calentamiento global destaca como una crítica contra los medios de comunicación estadounidenses. Cuando la prensa de EE UU se ha molestado en abordar el tema del calentamiento global, se ha centrado casi exclusivamente en los aspectos políticos y diplomáticos y no en lo que el calentamiento está haciendo a nuestra agricultura, al suministro de agua, a la vida vegetal y animal, a la salud pública y al clima.

Durante años, la industria de los combustibles fósiles ha presionado a los medios para que confieran el mismo peso a un puñado de escépticos del calentamiento global que a los hallazgos de la Comisión Intergubernamental sobre el Cambio Climático (más de 2.000 científicos procedentes de 100 países que informan a Naciones Unidas). Ahora que la ciencia se ha vuelto incluso más sólida -y los impactos tan visibles como la enorme tormenta que ha alcanzado a gran parte del Golfo de México- la prensa comparte la culpa de la destrucción que nos hemos infligido con los sectores del petróleo y el carbón. Como bostoniano, tengo miedo de que el próximo invierno -al igual que el pasado- sea inusualmente breve y devastadoramente riguroso. A principios de 2005, una mortífera tormenta de nieve dejaba sin suministro eléctrico a miles de personas en Nueva Inglaterra y una capa récord de 1,6 metros de nieve en Boston. El nombre tradicional de aquel mes era enero. El verdadero es calentamiento global.

Ross Gelbspan es autor de The Heat Is On y Boiling Point. Traducción de News Clips. © 2005 The New York Times Company.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_