Bush recurre a las reservas de petróleo
Las autoridades temen que el tifus y el cólera se ceben con los millones de desplazados
El presidente estadounidense, George W. Bush, aseguró ayer que la tragedia causada por el huracán Katrina representa "uno de los peores desastres de la historia de nuestra nación" y advirtió de que la fase de reconstrucción "llevará tiempo, incluso años". Bush se dirigió al país desde la Casa Blanca, adonde llegó ayer tras adelantar dos días el regreso de sus vacaciones. El presidente prometió la ayuda federal necesaria para ayudar a las víctimas y anunció que había ordenado la apertura de la Reserva Estratégica de Petróleo para paliar los problemas de desabastecimiento en el golfo de México. "He instruido al secretario de Energía, Samuel Bodman, para que se reúna con las empresas para determinar la forma en que se realizará la operación", dijo Bush. La decisión del presidente estadounidense responde a una situación de emergencia en el sector petrolero: el 95% de las refinerías del golfo de México están cerradas tras el paso del huracán, 20 plataformas han quedado destruidas o la deriva y el 88% de la producción de gas natural se encuentra paralizada. EE UU quiere así responder a la llamada de socorro de las refinerías, que al no poder hacer frente al aumento de la demanda de energía, temen que se disparen aún más los precios del crudo. "Ayer aceptamos un préstamo para una compañía y estamos revisando otras solicitudes. El Strategic Petroleum Reserve se creó precisamente para este tipo de situaciones de emergencia", anunció el secretario Bodman horas antes de que hablara Bush.
Más tarde, con los mercados recibiendo el anuncio de Bodman con optimismo y bajadas en el precio del petróleo, el funcionario volvía a comparecer en televisión junto a los responsables de Seguridad Nacional, Salud, Transporte, Energía, Medio Ambiente y un asistente del secretario de Defensa, quienes durante una conferencia de prensa sin precedentes en Washington, anunciaron la declaración del estado de emergencia sanitaria en la costa del golfo y explicaron las medidas tomadas por el Gobierno para hacer frente a la crisis.
Sin atreverse a adelantar las cifras de muertos y negándose a hacer estimaciones económicas, todos ellos reconocieron que "las consecuencias del huracán son más extensas de lo que se esperaba", en palabras de Steven Johnson, responsable de la Agencia de Protección del Medio Ambiente. "La situación en todas las áreas afectadas sigue siendo muy peligrosa", advirtió el secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff.
Pero el análisis más sombrío llegó por boca del secretario de Salud Pública, Michael Leavitt, que anunció la entrada en vigor del estado de emergencia sanitaria "para facilitar y acelerar las labores de ayuda y rescate", y advirtió del riesgo "claro" de que el tifus, el cólera y la deshidratación se ceben con los millones de desplazados que el huracán ha dejado a su paso. "En las próximas horas se montarán 40 centros de rescate en instituciones militares de la zona con capacidad para 10.000 personas para acomodar a los enfermos", anunció Leavitt. El secretario urgió a la población a hervir el agua antes de beberla y se informó del envío de 13 millones de litros.
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