Y tras la retirada de Gaza, ¿qué?
La retirada de las tropas israelíes y la evacuación de los colonos judíos de Gaza, después de 38 años de ocupación, es la prueba más reciente de las limitaciones del poder militar, incluso cuando se trata de un poder abrumador. Ahora ha llegado el momento de aprovechar las lecciones aprendidas en los años de ocupación y resistencia para comprender qué deberían hacer a continuación israelíes y palestinos.
Para empezar, es imprescindible comprender en qué medida los palestinos pueden atribuirse con credibilidad la retirada israelí. No cabe duda de que la resistencia y los sacrificios palestinos fueron uno de los factores que contribuyeron a que Ariel Sharon adoptara la decisión de modificar la política que había propugnado durante décadas. Pero sería un error atribuir la retirada israelí exclusivamente a la militancia palestina. Después de todo, esta agridulce acción israelí no ha sido ni el resultado claro de una derrota militar ni consecuencia de unas negociaciones políticas.
Pero el unilateralismo no es una política racional ni eficaz a largo plazo, porque no conducirá a una paz genuina y duradera en Oriente Próximo. Como Bush ha descubierto en Irak, Sharon también se verá obligado a reconocer las limitaciones de su estrategia.
El unilateralismo parece muy conveniente a los políticos cortos de miras, porque obvia la necesidad de lo que para ellos es el caos de unas verdaderas negociaciones, es decir, reunirse con sus homólogos frente a frente y descubrir los resultados humanos de sus políticas. Hacer las cosas por cuenta propia también parece políticamente ventajoso en el ámbito nacional, ya que los dirigentes pueden decidir en qué medida y hasta dónde quieren aplicar una política determinada.
Para ser justos, el unilateralismo no sólo le resulta cómodo a un primer ministro israelí reacio que no desea adoptar compromisos importantes durante las negociaciones; también es atractivo para los palestinos radicales que ven el multilateralismo como una forma de presionarles para que hagan concesiones impopulares.
En cualquier caso, al día siguiente de la retirada completa de Gaza, israelíes y palestinos se enfrentarán a importantes cuestiones no resueltas. No cabe duda de que la evacuación de los colonos judíos en zonas que los israelíes consideran parte del territorio otorgado por Dios representa una enorme transformación ideológica. Pero tras años de predicar y practicar uno de los principales dogmas sionistas, ¿seguirá la retirada de los asentamientos de Cisjordania, o será ésta una excepción?
Por otra parte, de los palestinos se esperará que respondan a preguntas -con hechos, no sólo con palabras- sobre su capacidad para construir un Estado moderno y plural. ¿Cómo se enfrentará el cuerpo político palestino al creciente poder de los movimientos islámicos que indudablemente esperarán una cuota significativa de poder en la Gaza posterior a la retirada?
La comunidad internacional también deberá responder a varias preguntas clave. De acuerdo con el Consejo Económico Palestino para la Reconstrucción y el Desarrollo (PECDAR, siglas inglesas), la renta per cápita anual media en Gaza sigue siendo de unos 700 dólares, mientras que los israelíes disfrutan de rentas que rondan los 16.000 dólares per cápita. En ausencia de empleos relativamente bien pagados, ¿qué les ocurrirá a las colas de desempleados de Gaza? La potencial huida de personas en busca de empleo -una tremenda fuerza en todo el mundo- es sólo uno de los problemas. De manera más inmediata, si no se alimenta bien a las familias de Gaza, la reaparición de la violencia fronteriza, o incluso el estallido de una tercera Intifada, será sólo cuestión de tiempo.
Aunque la situación económica en Gaza es un asunto crucial, el futuro del conflicto palestino-israelí estará determinado principalmente por los pasos que se den a continuación en el proceso de paz. Los asuntos de carácter permanente referentes a las fronteras, a Cisjordania, a Jerusalén y a los refugiados deben tratarse de manera bilateral. Cualquier observador serio del conflicto palestino-israelí reconocerá, sin duda, que no se puede dar una solución unilateral a estas cuestiones.
En cuanto a los garantes multilaterales del proceso de paz, Estados Unidos y los aliados del Cuarteto -la Unión Europea, Naciones Unidas y Rusia- no han conseguido proporcionar ni siquiera los datos más básicos sobre la retirada de Israel o sobre cómo se identifica dicha retirada con la Hoja de Ruta acordada en 2003. No pueden seguir manteniéndose al margen. La quijotesca decisión tomada por Washington de definir la iniciativa unilateral israelí como parte de la Hoja de Ruta no ha convencido a muchos palestinos. La opinión más extendida entre éstos es que la Hoja de Ruta quedará congelada en cuanto los israelíes completen la retirada de Gaza.
Pero los pueblos palestino e israelí, sus dirigentes y la comunidad internacional deben responder a los próximos retos. Y lo que es más importante, el futuro del conflicto y las posibilidades de alcanzar una paz verdadera en la región dependerán de si se comprenden las limitaciones del poder militar ofensivo, de la resistencia defensiva y del unilateralismo. La única manera de avanzar es mantener conversaciones cara a cara, de acuerdo con el derecho internacional y con la ayuda de la comunidad internacional.
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