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La crisis peruana fulmina la popularidad de Toledo

La drástica caída de la popularidad del presidente peruano, Alejandro Toledo, es una de las consecuencias de la crisis política desatada por la designación (y posterior renuncia) de su aliado y amigo Fernando Olivera como ministro de Exteriores. Pero no la única. La alianza entre el oficialista Perú Posible y el Frente Independiente Moralizador (FIM) de Olivera, que garantizaba a Toledo una precaria mayoría en el Parlamento, parece haber llegado a su fin.

Según una encuesta de la empresa Apoyo realizada en Lima, la popularidad del primer mandatario ha descendido de un 16% al 8% a raíz de la crisis ministerial desatada el jueves pasado. El estudio revela, asimismo, que para el 51% de los peruanos el principal responsable es el presidente.

Una vez más, Toledo pone de manifiesto su voluntad suicida. Tras cuatro años de sobresaltada gestión, todo parecía indicar que, pese a los pronósticos, terminaría su mandato en julio de 2006 con relativa tranquilidad. Las denuncias de corrupción en su entorno más cercano -tres de sus hermanos tienen procesos penales y su ex asesor, César Almeyda, está preso- y su frivolidad lo colocaron muchas veces en la cuerda floja, alcanzando niveles de rechazo del 90%. El pasado 28 de julio, sin embargo, inició su quinto y último año con una aceptación del 20%. Los indicadores económicos le sonreían. Pero se disparó a los pies.

El jueves último, el presidente designó como canciller a Olivera, uno de los políticos más impopulares, según las encuestas. A los pocos minutos, su jefe de Gobierno hizo pública su renuncia, obligando a todos los ministros, incluido Olivera, a dimitir.

El rechazo al nombramiento del líder del FIM fue unánime. Curiosamente, las críticas más graves vinieron del propio partido de Gobierno. La única salida era la renuncia del nuevo canciller. Un escueto comunicado del Palacio de Gobierno señaló que el primer mandatario haría una recomposición severa del Gabinete.

El sábado por la tarde, Olivera acusó el golpe. "Por la democracia, por nuestro honor y por nuestra dignidad anuncio que nunca más integraré ningún Gabinete del presidente Toledo", dijo, visiblemente afectado y rodeado de sus más cercanos colaboradores. Se declaró víctima de un plan premeditado para asesinarlo "política y moralmente", impulsado por quienes apoyó durante cuatro años.

En su largo discurso, el ex canciller reveló que fue Toledo quien le propuso el cargo y que su nombramiento contaba con la aprobación del jefe de Gobierno, Carlos Ferrero, con quien dijo haberse reunido la víspera de su designación. La noche del sábado, añadió, Toledo le pidió su retirada. "Hace menos de dos meses, el FIM era indispensable cuando había el peligro de vacío presidencial, pero ahora todo parece indicar que ya no somos necesarios", dijo Olivera, dolido.

Esto ensombrece el futuro de la alianza que le permitía al oficialismo contar con la mayoría parlamentaria. Olivera fue ambiguo. "El FIM tiene un compromiso superior a cualquier alianza. Nuestro compromiso es con Perú, no vamos a permitir que Perú se detenga, ni que caiga en manos de los depredadores (...) Con alianza y sin alianza, el FIM se jugará por la gobernabilidad", sentenció el defenestrado canciller.

El congresista del FIM Fausto Alvarado, sin embargo, parece anunciar la ruptura. "Debemos ser amigos, mas no aliados", dijo ayer. La crisis podría terminar en breve con la designación de un nuevo jefe de Gobierno que obtenga el voto de confianza del Congreso.

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