_
_
_
_
Reportaje:

Un gigante con pies de barro

El Ejército ruso, pese a su gigantesco arsenal, es una sombra del soviético en el que persisten hábitos de la guerra fría

Pilar Bonet

La inquietante situación que reina en las Fuerzas Armadas rusas ha vuelto a manifestarse tras el accidente del batiscafo militar el pasado 4 de agosto, pocos días antes de que se cumplieran cinco años desde el hundimiento del submarino Kursk con 118 personas a bordo. Pero el principal problema no es el dinero, sino la falta de control democrático, la ausencia de ideas claras sobre las prioridades de Defensa y la pervivencia de hábitos y concepciones obsoletos de la guerra fría. Así opina el experto en temas militares y director del centro de seguridad internacional del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales, Alexéi Arbátov.

De forma parecida a Arbátov se expresan otros especialistas, como Alexandr Goltz, según el cual "incidentes como los del batiscafo pueden repetirse en cualquier instante mientras no cambie el sistema de toma de decisiones en el estamento militar. De momento", señala, "no hay ningún indicio de que vaya a cambiar".

Más del 80% de los misiles estratégicos han superado su plazo de funcionamiento
En el caso del batiscafo AS-28 se transgredieron de forma flagrante las normas de seguridad

Tras la traumática experiencia del Kursk, Rusia gastó de 25 a 30 millones de dólares (según las diversas fuentes) en equipos de rescate. Ahora se ha visto que las compras fueron desordenadas y sin tener en cuenta su coordinación. Ocho escafandras que permiten inmersiones de hasta 365 metros de profundidad no pudieron ser usadas para ayudar al batiscafo porque Rusia no tenía los buques adecuados para sumergirlas e izarlas.

La inmersión del batiscafo transgredió de forma flagrante las normas de seguridad de la Marina, pero esta forma de proceder no es una novedad, sino algo habitual. En las tradiciones castrenses heredadas de la URSS, la vida humana es un factor poco significativo. De ahí, pues, que los sistemas de rescate siempre vayan a la zaga en relación a otros objetivos. En el caso del AS-28, en la Armada incluso sonaron voces partidarias de sacrificar a los marineros por razones de seguridad, dado que éstos se encontraban en una zona secreta plagada de equipos de espionaje. Nadie sabrá con seguridad cómo hubiera acabado el asunto si una mujer llorosa no hubiera dado el aviso a la emisora Radio 3 de Kamchatka y si la periodista Guzel Latípova no lo hubiera aireado.

Rusia no es la URSS, y su Ejército, que ha llegado a reducirse a 1,2 millones de hombres, tampoco es el Ejército Rojo. Sin embargo, sus mandos siguen actuando en muchos aspectos como si lo fuera. Las ideas de "prestigio", el culto a la imagen de gran potencia y el deseo de seguir compitiendo en todos los frentes sigue primando sobre la "funcionalidad" y el replanteamiento de objetivos, explica Arbátov.

Tras la desintegración de la URSS, la reforma militar en Rusia ha pasado por varias fases sin resolver los problemas de fondo. El resultado ha sido un afianzamiento de la burocracia militar y un cambio de rótulos, pero no de contenidos. En octubre de 2003, Ivanov declaró que la reforma militar había concluido y que comenzaba la "modernización".

Rusia ni siquiera tiene claro dónde está el enemigo. La flota está construyendo dos submarinos atómicos de nueva generación para transportar misiles de múltiples cabezas nucleares, capaces de cubrir 8.000 kilómetros. Los submarinos deben estar listos el año próximo, pero todavía no se ha decidido a qué flota se destinarán.

Según Arbátov, la indefinición sobre los potenciales enemigos se refleja en los programas de armamento. "¿Por qué construir submarinos? ¿Por qué no construir misiles estratégicos, de los que el Ejército sólo recibe cuatro unidades al año?", pregunta.

Moscú quiere mantener a toda costa su paridad con EE UU. En su último acuerdo de reducción de armas estratégicas, en mayo de 2002, Moscú y Washington se comprometieron a reducir sus cabezas nucleares hasta un techo de 1.700 a 2.200 para el año 2012. Los rusos hubieran querido recortes más drásticos, pero no consiguieron convencer a EE UU, así que mantienen su potencial gracias a la prolongación de la vida de los misiles, con todos los peligros que conlleva.

El año pasado, un misil hizo explosión poco después de su lanzamiento y otros dos no pudieron despegar durante unas maniobras de la flota del Norte a las que asistía el presidente Vladímir Putin. Más del 80% de los misiles estratégicos han superado su plazo de funcionamiento, pero se mantienen en explotación, aunque su responsable, el general Nikolái Solovtsov, reconoce que no es posible prolongarles la vida indefinidamente. Por ello, este mes Rusia envía al desguace su último convoy ferroviario de misiles estratégicos. Estos "trenes nucleares" se movían por las vías férreas de la URSS y burlaban la vigilancia de los satélites espía, hasta que el presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, dio orden de inmovilizarlos.

"Si un campesino tiene varios caballos y no puede mantenerlos a todos, lo lógico es que se quede con los que puede alimentar y se desprenda del resto", señala Arbátov. Una reforma en profundidad implica seleccionar los elementos (armamento, investigación, organización, tecnología y recursos humanos) que deben mantenerse y clausurar los obsoletos. Pero para tomar decisiones duras hay que tener políticos que analicen globalmente las necesidades de Rusia en función de sus posibilidades y que no participen del sistema de complicidades y corruptelas existentes en el sector militar. Hasta ahora, son los mismos militares los que determinan la política de Defensa y dispersan los recursos. El control democrático sobre el sector, mientras tanto, ha disminuido incluso en relación a los noventa, cuando el Parlamento tenía una composición más plural que ahora. La actual Duma, donde el partido proPutin tiene mayoría absoluta, ni controla ni quiere controlar, señala Arbátov, un liberal que fue vicepresidente del comité de Defensa de la Cámara. Ivanov fue presentado en su día como el primer civil ministro de Defensa, pero tiene, según Goltz, una mentalidad muy afín a los militares como ex espía y funcionario del KGB.

La distribución de recursos en el presupuesto militar, si se exceptúan unos pocos apartados generales, sigue siendo secreta, lo que permite al Ministerio de Defensa tomar el dinero que le asignan y repartirlo después como cree conveniente, señala Goltz. Desde la llegada de Putin al poder, los recursos destinados a Defensa y Seguridad van en aumento y los ingresos del petróleo han propiciado un nuevo optimismo sobre la posibilidad de poner en práctica ambiciones reprimidas. Este año, 927.500 millones de rublos -unos 27.000 millones de euros- (el 30,4% del presupuesto) se han destinado a Defensa y Seguridad, lo que supone un aumento del 3% en relación a 2004. De la suma asignada, un 57% va al Ministerio de Defensa.

El Super Scorpio británico que rescató al minisubmarino ruso gemelo del que se ve en la fotografía.
El Super Scorpio británico que rescató al minisubmarino ruso gemelo del que se ve en la fotografía.ASSOCIATED PRESS

La pesadilla de los jóvenes

Los dirigentes rusos han abandonado el proyecto de crear un ejército profesional y renunciar a las levas. El servicio militar, que dura dos años, es la pesadilla de los jóvenes. Uno de los métodos para esquivarlo es pagar miles de dólares en sobornos o certificados falsos para ser declarado exento. Otro ha sido las cátedras militares de las universidades, que permitían a los estudiantes hacer su servicio militar en las aulas y concluirlo como oficiales.

Para mantener el aprovisionamiento de mano de obra barata, Ivanov ha iniciado este año una ofensiva para abolir la mayoría de las cátedras militares de Rusia y ha puesto contra él a todo el estudiantado. El Ministerio de Defensa aspira a crear para el 2008 un "ejército matrioshka" de dos niveles, formado por un sector profesional, cuyos efectivos van en aumento, y el ejército de reemplazo, señala Arbátov. El experto opina que Rusia tendría suficiente con un ejército de 500.000 a 600.000 personas bien pertrechadas. El ministerio no quiere ni oír hablar de estas cifras, y el Ejército ruso parece hoy más peligroso para sus propios miembros que para el enemigo.

Durante los siete primeros meses de este año habían muerto 561 soldados en circunstancias no relacionadas con el combate. El porcentaje mayor correspondía a los suicidios (158), por encima de los accidentes (147). Chechenia es un capítulo aparte, y en el mismo periodo perecieron allí 67 soldados del Ministerio de Defensa. Este departamento ha experimentado 3.500 bajas en Chechenia desde 1999, fecha en la que oficialmente comenzó allí la "operación antiterrorista".

La situación social de la oficialidad deja mucho que desear. Los sueldos se cobran hoy puntualmente, pero son poco atractivos. Si se exceptúan los generales, un oficial ruso recibe una media de 9.337 rublos al mes -270 euros-, lo cual no permite siquiera considerarle como un representante de la clase media, según el jefe del centro sociológico del Ejército, Leonid Peven.

Progresivamente, los militares han visto reducidas sus prestaciones sociales a cambio de aumentos monetarios que, debido a la inflación, no compensan los servicios perdidos. La reforma social que entró en vigor el pasado enero les supuso la pérdida del transporte público gratuito y motivó una amplia oleada de insatisfacción tanto entre militares en activo como jubilados, desde San Petersburgo a Vladivostok. La Administración reaccionó poniendo parches y con soluciones locales.

El alojamiento es uno de los problemas más acuciantes de los oficiales. Hoy 90.000 oficiales tienen derecho a vivienda por haber servido 10 años y otros 45.000 están en la lista de espera para recibir casa, según el general Mijaíl Belovitski, jefe de una nueva sección creada para acabar con la corrupción en el reparto de los escasos apartamentos disponibles (7.700 este año). Miles de jubilados se aferran a sus viviendas de servicio en las guarniciones porque no tienen adónde ir.

Faltos de un control externo, los militares rusos entienden a su manera la economía de mercado. Un almirante de Kaliningrado se construía un chalet de 350 millones de dólares gracias al alquiler de un embarcadero a una compañía petrolera. En el Lejano Oriente ruso, un oficial fue enviado a prisión por denunciar la esclavitud de los soldados, obligados a trabajar en beneficio de sus superiores. Según datos de la fiscalía militar, en los últimos 10 años se han iniciado investigaciones judiciales contra 150 altos cargos, pero sólo una mínima parte han sido condenados porque las amnistías que se declaran regularmente favorecen precisamente a los uniformados, en tanto que gente con méritos de servicio a la patria y condecoraciones.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_