Moratinos vuelve de Libia sin haber podido ver a Gaddafi pese a una espera de 10 horas
El ministro de Exteriores rechazó aplazar hasta hoy el encuentro con el líder del país árabe
El líder libio, Muammar el Gaddafi, canceló la cita que tenía concertada ayer con el ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, tras hacerle esperar casi diez horas en Sirte, la localidad costera donde Gaddafi reside habitualmente. Su primer ministro, Shiukri Ghanem, ofreció la posibilidad de que el encuentro se celebrara hoy, pero Moratinos, que había llegado a Libia en la noche del miércoles, respondió que tenía que regresar a Madrid, informa Efe. El ministro invitó, no obstante, al líder libio a asistir a la Cumbre de Barcelona, en noviembre.
El incidente diplomático es de nivel grave, por mucho que el carácter excéntrico del autócrata libio haga que no sea una anomalía en los usos abigarrados de su corte. Las visitas oficiales a Libia tienen siempre el suspense de si Gaddafi se dejará ver con alguno de sus coquetos tocados, y la duda es habitualmente mayor en Sirte, su casa, que en la jaima que tiene montada en un cuartel de Trípoli para las visitas de Estado.
También Josep Piqué hubo de esperar, en 2002, más de seis horas en un hotel de Sirte. El ministro dijo que se marchaba, porque tenía otras ocupaciones, y Gaddafi le recibió. Un año más tarde, José María Aznar, en su calidad de primer presidente español que visitaba al dictador libio, advirtió nada más llegar a Trípoli que suspendería el viaje al más mínimo retraso.
Ayer, Ghanem le explicó a Moratinos que a Gaddafi se le había complicado el día, porque tenía que recibir a muchos líderes africanos. Precisamente, el objetivo principal de la visita de Moratinos era atraer a Gaddafi hacia el diálogo euromediterráneo que celebrará en Barcelona su décimo aniversario. Libia participa en ese foro sólo a título de observador. El coronel libio no muestra interés en integrarse más, porque su prioridad declarada es África y no Europa.
El Gobierno español, desde los tiempos de Aznar, trabaja, sin embargo, para recolocar a Gaddafi en un contexto institucional que le lleve por el camino de la prudencia y la moderación, sobre todo ahora que parece estar dando suficiente información como para saldar sus deudas pasadas de terrorismo.
La de ayer era la primera visita a Libia de un representante del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Para Moratinos, el plantón es doblemente incómodo, dada su gran experiencia y familiaridad con el mundo árabe.
Aznar alabó en Trípoli el supuesto espíritu reformista de Gaddafi, que le regaló un pura sangre y le prometió grandes perspectivas de negocio para los empresarios españoles. De todo aquello, queda poco más que las actividades de Repsol. Invertir en Libia sigue siendo muy arriesgado, si no es en el sector energético.
El déficit comercial de España con Libia supera los 1.600 millones de dólares, y esa es una de las cuestiones que Moratinos ha planteado, aunque sólo haya podido hacerlo ante un primer ministro que no tiene el poder entre sus atributos.
El ministro llevaba, además, una agenda de derechos humanos que Gaddafi deberá atender para que su integración plena en la Conferencia Euromediterránea sea posible. En concreto, Moratinos tenía previsto interesarse ante Gaddafi por el caso de las enfermeras búlgaras y el médico palestino condenados a muerte en mayo de 2004 por haber supuestamente contagiado el sida a más 400 niños en un hospital de Bengasi. La decisión definitiva del Tribunal Supremo libio sobre este caso ha sido aplazada hasta mediados de noviembre.
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