Salzburgo reivindica la 'música degenerada'
Una espectacular ópera que triunfó en los teatros alemanes hasta que los nazis la prohibieron por considerarla entartete musik -música degenerada-, Die gezeichneten (Los señalados o, quizá, Los estigmatizados), del compositor judío Franz Schreker (1878-1934), abrió ayer el Festival de Salzburgo convertida en el buque insignia de la programación, con nada menos que 33 personajes en escena y una descomunal plantilla orquestal de 120 músicos bajo la batuta de Kent Nagano. Apuesta colosal de Peter Ruzicka, que agota sus últimos cartuchos como director del festival -será sustuido en el cargo por Jürgen Flimm en octubre de 2006- sin haber forjado un modelo artístico capaz de devolver todo su esplendor al festival de festivales.
Frente a la barbarie terrorista, un festival con solera como Salzburgo ha levantado el telón con la firme voluntad de luchar por la defensa de los valores culturales. Lo dejó bien claro con sus palabras en el acto de apertura el presidente de la República de Austria, Thomas Fischer: "No permitiremos que nos quiten con bombas nuestros valores europeos". Un mensaje claro, rotundo, para iniciar con un tono europeísta un festival que no atraviesa sus mejores momentos -colocar el cartel de "no hay entradas" ya no es el pan de cada día en Salzburgo-, pero que sigue siendo, junto a Bayreuth y Lucerna, el punto de referencia del verano musical del planeta.
Salzburgo vivirá hasta el 3l de agosto a un ritmo frenético de representaciones de ópera, teatro y danza, más una suculenta ración de conciertos y recitales con famosos directores, solistas y orquestas. Cinco óperas representadas, cuatro de ellas nuevas producciones, y dos títulos más en versión de concierto reafirman el protagonismo de la ópera en una programación que busca, sin conseguirlo siempre, el difícil equilibrio entre tradición e innovación.
A pesar de la importancia cultural de la recuperación en la Feltsenreitschule de la obra de Schreker -un compositor que hasta el ascenso del régimen nazi fue saludado por buena parte de la crítica como el mejor representante de la ópera alemana después de Wagner- la mayor expectación popular gira alrededor de la nueva producción de La traviata, que se estrenará el 7 de agosto en la sala grande de la Festpielhaus con dirección escénica de Willy Decker y en el foso Carlo Rizzi, que sustituye al malogrado Marcello Viotti.
Verdi siempre ha tenido mucho tirón en Salzburgo -los grandes éxitos de Plácido Domingo y José Carreras bajo la batuta de Herbert von Karajan hicieron historia- y el festival, que sigue siendo fiel al mundo de las estrellas líricas, aunque a veces lo disimule, ha jugado fuerte este año contando con Anna Netrebko como el más sofisticado reclamo. La imagen de la bella soprano rusa que el año pasado deslumbró con I Capuleti e i Montecchi, de Bellini, reina en los escaparates de Salzburgo.
Uno de los tenores de moda, el mexicano Rolando Villazón, y un artista muy querido y mimado en la ciudad natal de Mozart, el barítono estadounidense Thomas Hampson, completan el reparto de la popular ópera verdiana.
Como preparación de la próxima edición del festival, que conmemorará el 250º aniversario del nacimiento de Mozart poniendo en escena todas sus óperas, se estrenan dos producciones: Mitridate, Re di Ponto, con la firma escénica de Günther Kramer y musical de Marc Minkowski, que se estrena el jueves, con Richard Croft y Netta Or en los papeles estelares, y La flauta mágica, que marcará el retorno a Salzburgo de Riccardo Mutti tras su sonoro abandono de La Scala, con puesta en escena de Graham Vick y un reparto encabezado por Genia Kühmeier, Michael Schade, René Pape, Markus Werba y Anna-Kristiina Kaappola.
La presencia mozartiana se completa con la reposición del montaje de Così fan tutte del año pasado, con dirección musical de Adam Fischer y la presencia de la única voz española en la actual edición, la mezzosoprano navarra Maite Beaumont en el papel de Dorabella.
La oferta lírica se cierra con versiones en concierto de Alceste, de Gluck, dirigida por Ivar Bolton, y Mazeppa, de Chaikovski, bajo la dirección de Valeri Gergiev.
El desfile orquestal incluye conciertos de la Filarmónica de Viena con Thielemann, Gergiev, Daniele Gatti y Nikolaus Harnoncourt; la Filarmónica de Berlín, con Simon Rattle; el Royal Concertgebouw, con Mariss Jansons, y la Staatskapelle de Dresde, con Essa-Pekka Salonen. Citas estelares serán el estreno de la obra encargo a Toshio Hosokawa, dirigida por Gergiev, y el homenaje en su 80º aniversario al gran barítono Dietrich Fischer-Dieskau, que actuará como narrador en el Manfred, de Schumann.
Como más grata sorpresa destaca el debut del barcelonés Cuarteto Casals, que el 21 de agosto, con obras de Arriaga, Shostakovich y Schubert, hará historia al convertirse en el primer cuarteto de cuerda español que llega a Salzburgo.
Babelia
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