EE UU autoriza el uso de implantes electrónicos para tratar la depresión
El mecanismo estimula el cerebro de pacientes que no responden a la medicación
La Agencia del Medicamento estadounidense (FDA) ha dado un paso importante en el tratamiento de las enfermedades mentales aprobando un dispositivo de estimulación nerviosa para tratar los casos graves de depresión. El aparato, parecido a un marcapasos, se instala en el pecho y envía una señal al nervio vago, que la lleva del tórax al cerebro, con lo que se evita intervenir directamente en la cavidad craneal. El mecanismo sólo está indicado en pacientes para los que los tratamientos farmacológicos existentes no dan resultado.
La aprobación del sistema de estimulación a través del nervio vago ha llegado envuelta en polémica. Hasta ahora existían algunos dispositivos de estimulación cerebral, pero destinados a controlar aspectos motores (las convulsiones de la epilepsia o los temblores del Parkinson). Se trata de la primera vez que con un dispositivo así se intentan controlar aspectos del carácter.
De hecho, el dispositivo aprobado por la FDA ya existía. Lo que ha hecho la agencia ha sido ampliar sus indicaciones. El aparato fue aprobado en 1994 en Europa y en 1997 en Estados Unidos y Canadá para tratar algunos casos de epilepsia. El estudio de este nuevo uso del dispositivo lleva años de debate ante la falta de resultados concluyentes. Pero al final, el balance riesgo-eficacia ha convencido a la agencia estadounidense.
El sistema consiste en un generador de impulsos eléctricos que se implanta bajo la piel en el lado izquierdo del pecho, bajo la clavícula. Tiene un tamaño parecido al de un reloj de bolsillo, y sus baterías pueden funcionar entre seis y once años. Pero las señales eléctricas no se envían directamente al cerebro. Los impulsos se transmiten al nervio vago, que es el que se encarga de llevarlo hasta el tronco cerebral y de ahí al núcleo talámico y a la corteza cerebral, explica el codirector de Neurología y Neurocirugía de la Clínica Universitaria de Navarra, Miguel Manrique.
El mecanismo por el que estos impulsos ayudan a aliviar la depresión no está claro. "Puede liberar neurotransmisores o estabilizar algunos circuitos nerviosos en el cerebro", apunta el coordinador del Grupo de Demencias de la Sociedad Española de Neurología, Marcelo Berthier.
Eficacia del 15%
Los ensayos realizados hasta ahora muestran aún una eficacia relativamente baja del sistema. Un estudio realizado en Estados Unidos con 111 personas demostró que 17 mejoraron (el 15,31%). Pero en el grupo de control (los que se observaron sin darles tratamiento) la mejoría fue del 10% (11 de 110).
La diferencia puede parecer pequeña, pero no lo es para los afectados. A cambio, según señalan los dos expertos españoles, tiene la ventaja de que es un método muy poco agresivo (la intervención quirúrgica casi no tiene riesgos y en 24 horas el paciente puede estar en casa, apunta Manrique). Ya en su aplicación original, el tratamiento de la epilepsia, el método tenía resultados "moderados", indica el médico de la Universidad de Navarra. "Según nuestra experiencia, en la mitad de los pacientes tratados las crisis de epilepsia se reducen un 50%", dice Manrique.
Más optimista, Berthier señala que con el método se abre "una nueva ventana". "La psicocirugía se abandonó hace años. Pero hay que dejar muy claro que se trata de casos dramáticos: sólo en casos extremos, muy bien seleccionados y con resistencia a los tratamientos farmacológicos", indica.
Además este método de estimulación cerebral es "mucho menos cruento" que la "estimulación cerebral profunda" que se aplica actualmente en algunos casos, en los que se implantan dispositivos directamente en el cerebro, señala Berthier.
"Tiene la ventaja de que si no funciona, el paciente no habrá corrido prácticamente ningún riesgo. Si no va bien, se paga el aparato, y listo", coincide Manrique.
Según los estudios realizados con otros pacientes sometidos a estimulación cerebral a través del nervio vago, los efectos secundarios más frecuentes de esta técnica son la ronquera (entre un 20% y un 66% de los afectados, según los estudios); la tos (hasta un 45%), disnea (el 25%), cefaleas y náuseas. En la mayoría de los casos los efectos pasas a las pocas horas.
El presidente de Cyberonics, la empresa de Houston (Tejas) que comercializa el dispositivo, Robert Skip Cummins, apunta en una nota en la web de la compañía que "la aprobación no sólo cambiará la vida de millones de personas" que sufren depresión, "sino también la industria de la neuromodulación".
Las acciones de la compañía subieron el lunes un 5,6% ante el previsible aumento de ventas de un dispositivo que cuesta unos 15.000 dólares (unos 10.000 euros), sin contar el precio de la operación.
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