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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cita en Tinduf

Aznar ha aceptado la invitación del líder del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz, de conocer los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia). El PSOE ha criticado el gesto del ex presidente al considerar "inadmisible" que trate de emprender una "diplomacia paralela" a la del Gobierno en un momento de gran tensión en el Sáhara Occidental. La futura visita huele mucho a oportunismo para poner en dificultad a Rodríguez Zapatero. Nunca en los ocho años que estuvo en La Moncloa se reunió con ningún dirigente polisario, aunque es justo recordar que en 2001 se opuso al primer plan de la ONU, que contemplaba sólo una autonomía para el territorio y no el derecho de autodeterminación.

El portavoz del PP, Eduardo Zaplana, ha señalado, con no poco oportunismo también, que los socialistas están traicionando al pueblo saharaui con una política que comulga con los objetivos de Marruecos de que no se celebre el referéndum contemplado en el debilitado Plan Baker. En realidad, los saharauis, al margen de la solidaridad teórica de la mayoría de los partidos españoles con su causa, nunca se han sentido durante los 30 años que arrastra el conflicto muy respaldados en sus reivindicaciones por parte de los Gobiernos de González y Aznar. Si con este último se deterioró la relación con Rabat, no fue sobre todo por presiones de Madrid para resolver el problema de la ex colonia, sino por el flujo descontrolado de la inmigración clandestina a España y el fin del acuerdo pesquero, acuerdo que Marruecos y la Unión Europea van de nuevo a negociar a finales de este mes.

La crisis del Sáhara Occidental continúa adquiriendo tonos muy inquietantes desde que el pasado mayo estallaron algunas protestas independentistas. Rabat acusa a Argelia de teledirigir la revuelta y ha impuesto severas condenas de cárcel a más de una veintena de manifestantes. El Gobierno español se ha mostrado demasiado diplomático, tal vez para no irritar a los marroquíes y en el deseo de que se reanime el proceso de paz, completamente estancado en la ONU, y a la espera de que el secretario general designe un nuevo enviado especial. Además, la visita al territorio propuesta por Marruecos de una delegación parlamentaria española tiene visos de que nunca se efectuará por rivalidades entre el Congreso y el Gobierno.

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