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Plan de usos para regular las actividades que se realizan en Montjuïc

Los vecinos que residen en las laderas piden participar en la redacción del plan

Jardines, parques, la Font Màgica, museos, la Fira, instalaciones deportivas, el Poble Espanyol, el cementerio, una fortaleza militar, huertas, desguaces de coches, viviendas... Todo pasa en la montaña de Montjuïc, que cada año recibe 16 millones de visitantes. El Ayuntamiento de Barcelona realizará un plan de usos que pretende poner orden en la montaña y aspira a que Montjuïc deje de ser una superposición anárquica de actividades y se abra a la ciudad. Una definición de usos en la que quieren participar los vecinos que residen en el perímetro de Montjuïc.

Dos catedráticos de la Universidad Politécnica de Barcelona han recibido del Ayuntamiento el encargo de hacer una propuesta de plan de usos de la montaña. El trabajo incluye desde la realización de un mapa del territorio -que recogerá todos los caminos- hasta la formulación de propuestas de ordenamiento de las actividades actuales o las que pueda acoger en un futuro, sobre todo con la perspectiva de que la montaña ganará centralidad con el desarrollo del nuevo barrio de la Marina de la Zona Franca, la transformación del área del Llobregat y la expansión de la Fira. Y con la futura llegada de dos líneas de metro: la prolongación de la 2, que tendrá estaciones al pie de las fuentes y delante del estadio olímpico, y la 9, por el frente de la Zona Franca. El plan de usos incluiría también propuestas de recalificación para consolidar lo que se pretende que algún día se convierta en el gran parque central de Barcelona. Toda una asignatura pendiente.

Hace cinco años, el consistorio realizó un plan director sobre la montaña que recogía las grandes líneas de actuación. "Pero ahora hay que concretar más las cosas, de ahí la necesidad de hacer un plan de usos", explica Ferran Ferrer, director de la división de Montjuïc de Barcelona Servicios Municipales (BSM). Montjuïc tiene 450 hectáreas y es, esencialmente, una montaña visitada prácticamente por todos los turistas que pasan más de un día en Barcelona. Y también por miles de personas que participan en congresos en el recinto ferial, los que utilizan las instalaciones deportivas, los seguidores del Espanyol o los espectadores del Teatre Lliure y de los festivales de verano, por citar algunas de las actividades que concentran el mayor número de visitantes.

Sin embargo, pocos barceloneses van a la montaña a pasar el día. O a estar un rato de paseo. "Es eso lo que se quiere incentivar", sostiene Ferrer. En los últimos años, se han realizado actuaciones que han mejorado espacios, especialmente la restauración de jardines -como los jardines Laribal- y parques. Una de las conversiones más logradas son las seis hectáreas del antiguo parque de atracciones en los espléndidos jardines Joan Brossa. También se han abierto algunas sendas, como la del foso de las murallas de la fortaleza, el Camí del Mar, con una panorámica espectacular sobre el frente marítimo de la montaña, y se han recuperado antiguos caminos, como el Eix Montanyans.

En el tintero están otras propuestas, como abrir más accesos para evitar que la entrada mayoritaria a la montaña sea por la plaza de Espanya y encontrar la solución para hacer llegar el funicular a la fortaleza del castillo. O el propio uso del castillo militar, cuya definición está varada por la falta de acuerdo en los términos de cesión de la fortaleza a la ciudad por parte del Gobieno central. En proyecto está el Camí del Cims -un paseo por las cotas más altas de la montaña, la parte más desconocida- y la puesta al día de los jardines de Jacint Verdaguer.

"Hay cosas que no han funcionado", explica Ferrer. Una de ellas es la Montjuïc-card, un billete conjunto que, por 20 euros, permitía el acceso a varios museos y actividades. "No ha funcionado, seguramente porque era imposible hacer tantas cosas y porque resultaba demasiado caro" , añade el gestor de la montaña. Cree que el sistema del bus turístico puede dar mejores resultados "pero en versión trenecito modernizado, no como el que existe ahora". Al pasajero del bus turístico se le entregan vales de descuento o de 2x1 para visitar, especialmente, equipamientos culturales: "Tal vez sería la mejor fórmula en Montjuïc". Ferrer piensa en dos rutas de trenes, una que partiría de La Rambla y subiría por Miramar y otra desde la plaza de Espanya. Afirma que uno de los problemas de la montaña, además de la accesibilidad, es la falta de información al visitante: "La señalización tiene que ser clara". Y juzga necesario crear espacios de pic-nic y de juegos, para lo que se han proyectado cinco áreas sin quioscos, con mesas, sillas y papeleras. También considera que hay espacios de la montaña que no tienen uso, como la plaza de Europa, salvo festivales concretos: "Es un espacio que podía acoger pequeños conciertos estivales los fines de semana". Ferrer piensa que Montjuïc no tiene un sello de identidad suficientemente conocido y por eso quiere encargar el diseño de una mascota a Mariscal.

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Más seguridad

Vecinos que viven en el perímetro de la montaña, como el barrio de La Satalia, la Font de la Guatlla y el Polvorí, quieren participar en la definición del plan de usos. "No queremos que nos lo presenten cuando ya esté casi bendecido, porque nosotros sufrimos parte de las actividades de la montaña", dice Ana Menéndez, presidenta de la asociación de vecinos de La Satalia. Cuando dice lo de "sufrir" es literal, sobre todo por los conciertos o las terrazas musicales: "Los niveles de ruido son muy altos hasta entrada la noche. Nosotros no queremos que se potencie más la actividad lúdico-nocturna". Una actividad que, además, también altera el equilibrio del centenar largo de especies de pájaros que viven en Montjuïc. Porque la montaña tiene una variedad de flora y una riqueza ornitológica no muy conocida.

Los residentes están de acuerdo con potenciar más el uso ciudadano de la montaña: "Para eso no hace falta abrir grandes caminos, sino ir mejorando los espacios e indicarlos correctamente. Está bien crear áreas de pic-nic, pero que el quiosco monte una mesa mezcladora y que la música se prolongue hasta la madrugada, pues no", prosigue la vecina de La Satalia.

En este barrio han notado cierta mejoría en la seguridad de la montaña desde junio, mes desde el que Montjuïc tiene siete patrullas permanentes cada día. Mossos d'Esquadra, policía y agentes de la Guardia Urbana dan vueltas y realizan identificaciones "preventivas". Es decir, presionan a los rateros para que se vayan a otra parte.

El estadio y el hotel

El estadio olímpico Lluís Companys es una de las edificaciones emblemáticas de la montaña de Montjuïc. Construido en 1929, sólo conserva de esa época parte de la fachada, la que entonces fue la puerta del maratón y que actualmente es el acceso, donde en 1992 se ubicó el pebetero. Esa parte del estadio no fue objeto de una gran rehabilitación cuando se reconstruyó, en 1989. Y ahora le toca. Los trabajos para consolidar aquella parte de la fachada, en dirección a la Zona Franca, ya se han iniciado y tendrán un coste de 11 millones de euros.

Si el estadio forma parte de la memoria de Barcelona, el antiguo edificio de Miramar lleva camino de ser una pieza que siempre despierta polémica. Durante muchos años, por los intentos frustrados de convertirlo en hotel o restaurante, después por el deterioro que sufrió al no cuajar ninguno de los proyectos y, ahora, de nuevo, por el impacto que supone para la montaña su reconversión en un hotel de lujo del grupo Stein. "Del proyecto inicial al actual hay una planta de diferencia. Para hacer el túnel se han cargado cientos de árboles y, además, nadie tiene claro cómo se conseguirá que los jardines que lo rodean sean realmente públicos y no semiprivados de forma encubierta", asegura Ana Menéndez, presidenta de la asociación de vecinos de La Satalia.

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