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Reportaje:TERROR EN LONDRES | La minoría islámica

Los musulmanes británicos temen represalias

Representantes de ocho religiones expresan su solidaridad con las víctimas en una marcha

Guillermo Altares

Cientos de musulmanes de decenas de nacionalidades asistieron a la plegaria del viernes en la abarrotada mezquita de East London, cuyo imán, Abdul Qayyum, condenó con dureza los atentados terroristas contra Londres. Después de la oración, representantes de ocho religiones participaron junto a los líderes islámicos en una marcha a la cercana estación de Aldgate, donde estalló la primera bomba del jueves y murieron siete personas. Sin embargo, apenas solapado por la solidaridad interreligiosa y por la vida cotidiana, el miedo era palpable en este barrio en el que viven 75.000 musulmanes, la mayor concentración del Reino Unido.

"En estos tiempos difíciles, algunos miembros de nuestra comunidad pueden sentirse inseguros sólo porque son musulmanes. Pero estos acontecimientos terribles no tienen nada que ver con nosotros, los musulmanes de Londres han sido las víctimas al igual que el resto de sus conciudadanos", exclamó en su plegaria Abdul Qayyum, un religioso que cuenta con una importante influencia en el barrio. "En los momentos inmediatamente posteriores a estos acontecimientos terribles, debemos tener mucho cuidado de no propagar rumores falsos basados en información no fiable", agregó.

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Poco antes de la ceremonia religiosa, Muhammad Abdul Bari, presidente del Centro Musulmán de Londres anexo a la mezquita, aseguraba que había recibido mensajes amenazadores por correo electrónico, aunque insistió en que esto era algo habitual desde el 11-S. "Espero que los londinenses reaccionen sin violencia y que si hay incidentes sean aislados. Los musulmanes no tienen que caminar con la cabeza baja por lo que ha ocurrido porque no tiene nada que ver con ellos". Un portavoz de la Policía Metropolitana, contactado por la tarde, aseguró que no había recibido ninguna denuncia por violencia sectaria, mientras que Ian Blair, jefe de Scotland Yard en Londres, habló en una rueda de prensa de "uno o dos incidentes menores".

Ante una discreta presencia de las fuerzas de seguridad, un poco más nutrida que cualquier otro viernes, día sagrado para los musulmanes, decenas de personas abandonaban la mezquita en torno a las dos de la tarde: procedían de Somalia, Bangladesh, Pakistán, Argelia o Irak, algunos iban vestidos a la occidental, otros con largas barbas y chilabas. Fuera se repartía todo tipo de propaganda, desde anuncios de ferias hasta pasquines del grupo radical Hizb ut Tahrir, cuyo objetivo es establecer un califato que una a los todos los musulmanes del mundo.

"En un momento en que muchos dedos acusadores nos van a apuntar tenemos que unirnos como comunidad con una sola voz", señalaba el texto repartido por miembros de este partido, cuyo representante en East London, Hasan Mugtada, condenó los atentados, pero también la política antiterrorista del Gobierno británico. "Muchos musulmanes tienen temor porque ha existido una política del miedo contra nosotros y unas leyes por las que hemos sido perseguidos", manifestaba.

Los líderes religiosos reconocen la presencia de integristas en el barrio, aunque aseguran que se trata de una minoría sin peso entre la comunidad y, al igual que hicieron los imanes de las mezquitas londinenses de Regents Park y de Finsbury Park -que fue una plaza fuerte de los radicales hasta la detención del imán Abu Hamza en mayo de 2004-, solicitaron a los fieles que colaborasen con la policía en todo lo que fuese posible. "Nosotros trabajamos codo con codo con las fuerzas de seguridad", explica Muhammad Abdul Bari, el presidente del Centro Islámico. En las puertas de la mezquita la condena es unánime, pero también surgen voces que aseguran que "una mano negra, no Al Qaeda" está detrás de los atentados.

Pese a los llamamientos a la concordia y a la presencia de altos representantes de todas las religiones, también han pesado las declaraciones de otros líderes, como el presidente de la Asociación de los Musulmanes de Londres, Ahmed Sheij, quien recomendó a los creyentes, especialmente a las mujeres con velo, que tuviesen "cuidado". "Nosotros no hemos pedido a nadie que se esconda. Las diferentes comunidades han vivido en paz desde hace muchos años en esta zona de Londres", afirma Muhammad Abdul Bari.

Pero esta tradición de convivencia no puede borrar la inquietud. Escasos en un país con una enorme tradición de convivencia, los disturbios no son desconocidos. En Londres vive 1 millón de los 1,6 millones de musulmanes que habitan en el Reino Unido. No sólo temen posibles represalias, sino que comparten el temor al terrorismo. Dos de las cuatro bombas estallaron en estaciones de metro en barrios con una fuerte población musulmana: Aldgate y Edgware Road, punto de reunión de la comunidad procedente de Oriente Próximo.

Numerosos fieles musulmanes asistían ayer a la oración de los viernes en la mezquita de Regent's Park, el principal templo musulmán de Londres.
Numerosos fieles musulmanes asistían ayer a la oración de los viernes en la mezquita de Regent's Park, el principal templo musulmán de Londres.ASSOCIATED PRESS

De Sierra Leona a China

En una ciudad como Londres, en la que se hablan a diario cientos de idiomas, y a la que viajan en verano decenas de miles de turistas y estudiantes, algunos extranjeros sufrieron en carne propia los efectos de las cuatro explosiones.

El jefe de la Policía Metropolitana de Londres, Ian Blair, comentó ayer que en el ataque indiscriminado murieron y resultaron heridos hombres y mujeres de varias nacionalidades.

Entre los fallecidos se hallan, además de ciudadanos británicos, nacionales de Sierra Leona, Australia, Portugal, Polonia y China.

Entre los centenares de heridos también se encuentran personas de varios países de la Unión Europea (UE): Francia, Alemania, Italia y Dinamarca.

Sólo una española, de los 33.000 que residen en la capital británica, sufrió el efecto de uno de los estallidos. Silvia Mascaró Martínez, menorquina de 28 años, resultó con heridas leves y horas después de los atentados ya estaba en su domicilio.

No obstante, la Oficina de Información Diplomática española señalaba anteayer que en verano es imposible saber con exactitud cuántos españoles se mueven por Londres.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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