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Columna
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El cabreo final

"El primer paso", dijo ayer el portavoz socialista en la comisión, Álvaro Cuesta, parafraseando a Francisco Tomás y Valiente, "es que nosotros reconstruyamos este bando, el del lado de acá de la raya divisoria, porque el precio de los errores -y se lo digo claramente al Partido Popular- se lo cobra el terrorismo en vidas humanas".

Fue suficiente. El portavoz parlamentario Eduardo Zaplana, que seguía el debate por una pantalla de televisión, llamó al portavoz del PP en la comisión, Vicente Martínez-Pujalte. Según le dijo, el acuerdo apalabrado la noche del martes para votar mutuamente propuestas de futuro se quedaba en aguas de borrajas.

Cuesta tuvo una intervención tan dura como la que pronunció Martínez-Pujalte, que le precedió. Lo que él afirmó, palabras más, palabras menos, ya es, a partir de ayer, el dictamen de la comisión del 11-M. Allí se señala que el Gobierno del PP "infravaloró" al terrorismo islamista y que después manipuló la presunta autoría de ETA. Infravalorar no es una palabra amable. Es más dura, en términos de responsabilidades, que la palabra "imprevisión".

Nadie en el PP debería rasgarse las vestiduras porque la propiedad intelectual de esta idea se remonta a... José María Aznar. Fue él quien, a modo de confesión, introdujo la semilla en su primer libro de memorias: "Quizás -dijo- los propios éxitos conseguidos en la lucha contra ETA nos ha llevado a bajar la guardia ante la amenaza fundamentalista".

En el receso de la sesión, los socialistas Juan Luis Rascón y Antonio Hernando se acercaron a Martínez-Pujalte, quien les transmitió la mala nueva: del pacto sobre votar mutuamente las recomendaciones, nada. Se sentaron los tres a estudiar las propuestas finales una por una. Martínez-Pujalte habló varias veces con Zaplana.

Cuesta precisó, en su segundo turno, lo que había querido decir. "No estoy hablando de errores de gestión, estoy hablando de que si hoy aquí no fuéramos capaces de sentar las bases de una gran alianza democrática contra el terrorismo internacional, estaríamos cometiendo un error", explicó. Cuesta defendió también el Pacto Antiterrorista y sugirió "ampliar los marcos del acuerdo".

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PP y PSOE votaron, finalmente, un buen número de sus respectivas propuestas para reforzar la seguridad. Una del PP, apoyada sorpresivamente por el PSOE, dice así: "La amenaza terrorista sigue siendo muy grave en España. Aclarar la autoría y las razones de los atentados del 11-M es fundamental... El terrorismo etarra y sus conexiones con otros terrorismos deben ser desactivados hasta su extinción". Esta morcilla, donde se proyecta de manera subliminal la sombra de ETA sobre el 11-M, fue aceptada como un mal menor por los socialistas. Lo único que aporta es confusión, un negocio en el que el PP ya es todo un experto.

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