Los últimos cañeros de la UE
Azucarera del Guadalfeo, la única empresa que obtiene azúcar de caña, abocada al cierre
La producción de azúcar de remolacha en España puede tener en algunas zonas riesgos importantes si Bruselas confirma la propuesta para reformar la Organización Común de Mercado para el sector. Pero la que vive sus últimos momentos es la producción de azúcar de caña. La última empresa del sector en la UE, Azucarera del Guadalfeo, deberá cerrar por falta de materia prima.
De una superficie de cultivo de más de 4.000 hectáreas se ha pasado a 700, de las que una parte ya se han vendido para uso urbanístico
"Puede que ésta sea la última campaña. No lo podría asegurar, pero, con total certeza se puede decir que es una de las últimas y que deberemos cerrar las puertas por falta de caña. Los agricultores han ido abandonando el cultivo ante la demanda del suelo por intereses urbanísticos, pero tampoco hemos dispuesto, industriales y agricultores, de las medidas que podrían haber apoyado su supervivencia, como hicieron en otros países", señala el director general de la empresa, Joaquín Martín.
Azucarera del Guadalfeo, en la localidad granadina de Salobreña, inició sus actividades en el sector de la caña en 1860 y en 1976 fue adquirida por sus actuales propietarios. En aquella fecha había en España hasta nueve plantas dedicadas a la obtención de azúcar de caña, de las que siete se hallaban en Granada y dos en Málaga. Hoy, la empresa tiene unas ventas netas de 17 millones de euros; el 70% de su facturación corresponde a alcoholes, y el resto, al azúcar, en su mayor parte para usos industriales y sólo una pequeña partida que se comercializa como azúcar moreno en el sector alimentario.
En sus mejores tiempos, el sector de la caña en España llegó a contar con una superficie de 4.000 hectáreas, fundamentalmente en Granada, seguida de Málaga, y también en la zona de Adra, en Almería. Frente a la cuota de casi un millón de toneladas que dispone España para la obtención de azúcar de remolacha, una cifra muy por debajo de las posibilidades de producción, en el caso del azúcar de caña la cuota es solamente de 8.400 toneladas, lo que supone más del doble de la producción real en los últimos años, que se sitúa en unas 3.000 toneladas. El volumen de producción de caña por hectárea se eleva a unas 100 toneladas para la obtención de unos 85 kilos de azúcar por tonelada, frente a los 16/17 kilos que se obtienen por tonelada de remolacha.
El cultivo de la caña tiene un carácter plurianual con una duración mínima de cinco o seis años. Su producción requiere el uso de agua. Pero, para el director general de la última azucarera de caña de España y de toda la Unión Europea, el problema para el mantenimiento de las superficies de cultivo no ha sido la falta de agua, sino la propia estructura del sector. La producción de caña ha estado en una gran parte en manos de personas cuya actividad principal no era la agricultura. Por otra parte, se trata de un sector dominado por una estructura minifundista con parcelas muy reducidas. A estos dos factores negativos para el mantenimiento del cultivo se suma el hecho de que en una gran parte se trata de superficies en zonas costeras donde en los últimos años se ha producido una fuerte expansión urbanística, donde la tierra ha multiplicado su valor.
De las 4.000 hectáreas que llegó a suponer el cultivo en la zona hace varias décadas, en la última campaña las superficies se hallan ya bajo mínimos. En Granada, sobre una extensión de unas 600 hectáreas dedicadas a la producción de caña, unas 400 ya han sido recalificadas para su destino a la construcción, permanecen unas 150 hectáreas en Málaga y han desaparecido completamente en Almería. El precio de la caña azucarera es de 36 euros por tonelada para una materia prima con un rendimiento del 12,1%; a esa cifra se suma una subvención de 7,25 euros por quintal y una ayuda agroambiental de la Junta de Andalucía.
Ante la posibilidad de mantener estos ingresos y la opción de poder vender la superficie de cultivo recalificada a más de 150 euros por metro cuadrado, los cultivadores no han tenido dudas en los últimos años. Y han vendido.
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