Dinamarca descarta el referéndum
Los partidarios del 'no' se disparan en los sondeos tras el voto de Francia y Holanda, y el Gobierno teme una derrota
Nadie en Dinamarca daba ayer un duro por la celebración del referéndum sobre la Constitución europea el próximo 27 de septiembre, como estaba previsto en un principio. Las declaraciones la víspera del ministro de Exteriores danés, Per Stig Moeller, sobre la "falta de lógica" de llamar a votar un tratado que puede ser modificado en los próximos meses, fueron recogidas sin ambigüedad alguna por los principales diarios, que titulaban a toda plana: "Dinamarca cancela el referéndum" o "No habrá referéndum danés".
El propio primer ministro, Anders Fogh Rasmussen, casi lo confirmó al limitarse a declarar ayer en rueda de prensa que había que esperar a que la cumbre europea que comienza mañana "tomara la decisión final". La noticia fue recibida con satisfacción por los daneses partidarios del no -la derecha populista y xenófoba y la extrema izquierda-.
La explicación oficial para no celebrar el referéndum en otoño -el riesgo de aprobar un tratado que puede variar al extenderse su proceso de ratificación como han decidido Berlín y París hasta las presidenciales francesas en la primavera de 2007- no convence a todos. Toeger Seidenfaden, director del diario Politiken, uno de los más influyentes del país, asegura que la verdadera razón es que "el no estaba ganando en los sondeos" desde que se produjo el rechazo franco-holandés y la renuncia británica y que, por tanto, el Gobierno de centro-derecha temía exponerse a una derrota.
De hecho, en cuestión de semanas, las encuestas apuntan un cambio de tendencia espectacular: los contrarios a la Constitución han subido del 26% a casi el 40%, mientras que sus partidarios han bajado de alrededor del 35% al 30%. Seidenfaden explica cuál es, a su juicio, la segunda razón: "Desde siempre, la idea principal para pedir el sí en los referendos sobre Europa en este país -y llevamos ya seis desde 1972- era que así evitábamos quedarnos aislados. Cuando, como ahora, son Francia y Holanda, dos países fundadores de la Unión Europea, los que dicen que no, el campo del sí se queda sin argumentos".
Morten Messerschmidt, diputado y portavoz para asuntos europeos del Partido del Pueblo Danés (extrema derecha), que apoya en el Parlamento al Gobierno y ejerce una tremenda influencia en la política de inmigración, considera la suspensión del referéndum "una gran victoria". En su opinión, el tratado no sólo significa "una pérdida de influencia política de Dinamarca en la Unión, al perder un comisario", sino, lo que es peor para su gusto, "deja la regulación de asuntos clave como el mercado laboral, los derechos fundamentales o la inmigración en manos de Bruselas, cuando son materias que deben ser decididas por los Estados nacionales". Todo eso por no hablar de la posibilidad de abrir la puerta a Turquía: "La sociedad turca vive en la Edad Media. Amnistía Internacional no para de denunciar el tratamiento a las mujeres, la falta de libertades o la corrupción. Es un país islámico con un Gobierno fundamentalista. Los turcos son imposibles de integrar en la UE".
Messerschmidt admite que en el fondo su temor es que la Constitución europea acabe minando las excepciones que lograron los daneses para aprobar en 1993, en un segundo referéndum, el Tratado de Maastricht. Esas excepciones, además de la moneda, la ciudadanía y la defensa, implicaban también la inmigración.
Dinamarca cuenta actualmente con una de las legislaciones europeas más duras en inmigración, que limita todo lo posible la reunificación familiar, cuyas autorizaciones pasaron de 13.000 inmigrantes en 2001 a tan sólo 5.000 en 2003.
"Los menos tolerados"
El 8% de los 5,4 millones de habitantes de Dinamarca son inmigrantes, siendo los musulmanes (alrededor de 150.000) los más numerosos y "probablemente los menos tolerados", según Rolando Muñoz, chileno llegado en 1976, asistente social del Ayuntamiento de Copenhague y candidato por el Partido Socialista Popular en las elecciones municipales del próximo noviembre. Muñoz recuerda que en enero el Tribunal Supremo danés avaló que una cadena de supermercados despidiera a una cajera por llevar el velo islámico.
Irónicamente, la previsible cancelación del referéndum puede producirse cuando se había formado el bloque político más amplio a favor de un asunto europeo que se conoce en Dinamarca. La antigua ministra de Economía y líder de los Radicales Liberales (centro, 17 escaños), Marianne Jelved, resume las razones y el sentir de los partidarios del sí: "El tratado era una manera de hacer eficaz la ampliación, de hacer fuerte a la UE en la era de la globalización, quebraba la tendencia sobre la falta de democracia y establecía un puente con la civilización islámica a través de Turquía. Ahora se abre un periodo de reflexión, pero necesitamos un nuevo liderazgo político en Europa que sepa qué dirección tomar".
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