La UPV marcha en la cola en la captación de investigadores del programa Ramón y Cajal
"Nos gustaría atraer a más", admite el vicerrector de Investigación, Miguel Ángel Gutiérrez
El poder de atracción de la UPV como destino de los investigadores que participan en el programa Ramón y Cajal, principal instrumento del Gobierno central para incorporar y recuperar científicos de calidad de todo el mundo, es más bien bajo. La universidad pública vasca se halla en el furgón de cola de la lista de instituciones académicas elegidas por los científicos que, procedentes de terceros países y con una elevada cualificación, seleccionan el centro donde desarrollarán su labor los próximos cinco años.
Los 22 investigadores llegados a través de este programa con que cuenta la UPV componen un grupo reducido que el equipo rectoral desearía ver incrementado. "No tenemos un número muy alto y nos gustaría atraer a más", reconoce el vicerrector de Investigación, Miguel Ángel Gutiérrez. No obstante, sus previsiones para la convocatoria de 2005 tampoco son muy halagüeñas, pues calcula que se cubrirán cerca de un 30% de las 25 plazas ofertadas por los grupos de investigación de la UPV. "La selección del ministerio es muy dura y no siempre los candidatos que podrían estar interesados en venir pasan el filtro", argumenta.
El Ramón y Cajal es el principal instrumento del Gobierno central para incorporar y recuperar científicos
Aunque el vicerrector de Investigación admite que el bajo número de este tipo de investigadores genera preocupación en el equipo rectoral, prefiere restar trascendencia a este hecho. "Los investigadores Ramón y Cajal no vienen a salvar a la UPV, pero sí son una ayuda muy estimable, porque son personas con experiencia en otras universidades, con otra forma de trabajar. De todas formas, no es la cantidad lo que hay que valorar", agrega.
Según Gutiérrez, es difícil establecer una causa concreta que explique la falta de gancho de la UPV para estos investigadores. En cualquier caso, el Rectorado ha comenzado a trabajar para modificar esta tendencia y estudia una nueva estrategia de incorporación de investigadores.
Para ello es preciso disponer de recursos económicos suficientes porque, en el caso del Ramón y Cajal, la universidad receptora debe asumir parte del gasto que supone el contrato del investigador. Además, una vez que concluye el periodo de cinco años, el objetivo es que el científico se quede en el centro, lo que requiere crear una nueva plaza y el correspondiente desembolso para las arcas de la institución académica.
Continuar su trabajo en la UPV es el objetivo de Karen Friese y José Andrés Fernández, dos de los 22 investigadores que han recalado en la universidad vasca a través del Ramón y Cajal. Ambos cumplen dos de los perfiles más comunes en este selecto grupo de científicos. Friese se incluye dentro de los investigadores extranjeros con un contrato Ramón y Cajal, un tercio del total en la UPV. Alemana de 41 años, Friese estudió Mineralogía en Hamburgo y su primer contacto con la universidad vasca se produjo cuando recaló en ella para realizar una beca postdoctoral. Cuando concluyó, trabajó en el prestigioso Instituto Max Planck en Stuttgart, pero regresó a la UPV el año pasado gracias al programa de incorporación de científicos.
Encuadrada en el Departamento de Física de la Materia Condensada de la Facultad de Ciencia y Tecnología, su visión de la UPV serviría como argumento para atraer a la institución a más científicos. "Para mí, el mayor atractivo ha sido la independencia investigadora de la que disfruto aquí, a diferencia del Max Planck, donde la estructura era mucho más jerárquica. Además, en la Facultad de Ciencia y Tecnología se encuentra uno de los grupos más importantes en Europa de mi especialidad", explica.
Friese considera que la infraestructura científica de la UPV es "muy buena" y que las condiciones de trabajo no son tan diferentes del Max Planck. Por ello, confía en que su vinculación con la universidad pública se consolide.
También desea quedarse José Andrés Fernández, de 39 años y englobado en el Departamento de Física-Química. Fernández, al igual que el 50% de los investigadores Ramón y Cajal de la UPV, ha estudiado en la universidad pública vasca. Tras una estancia de dos años en EEUU, volvió con un contrato de reincorporación del Ministerio de Educación y Ciencia, al que siguió un contrato del programa Ramón y Cajal en su primera convocatoria, en 2001.
Califica en líneas generales su experiencia con el programa como positiva. "La idea me parece muy buena. Antes de la puesta en marcha del Ramón y Cajal, el futuro para los investigadores en España estaba muy negro, pero se ha logrado dar un nuevo impulso a la investigación con la recuperación de científicos, aunque creo que también hay aspectos mejorables", explica.
En cuanto a las causas de que sean todavía pocos los investigadores Ramón y Cajal que eligen la UPV como destino para su trabajo, Fernández opina que lo reducido del número viene en consonancia con los problemas estructurales que arrastra la universidad, criticados en numerosas ocasiones por los sucesivos equipos rectorales, que hacen que la UPV obtenga puntuaciones bajas en las listas de clasificaciones de universidades españolas.
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