Informática del SAS
El nuevo sistema informático del SAS (Diraya) parece más bien pensado para satisfacer los delirios de grandeza de algún iluminado megalómano, que para facilitar trámites al paciente o a ayudar en su trabajo a los profesionales de la salud. Conseguir cita, darla o pasar consulta, se ha convertido en una odisea. Mis pacientes aseguran que han tardado más de dos horas en conseguirla. Cuando no está colgado no funciona o no imprime y cuando medio funciona es recalcitrantemente lento, farragoso y complejo, adjetivos que chocan frontalmente con la filosofía de la Atención Primaria.
Tanto es así, que hemos decidido instalar tiras con números, como en las verdulerías, para que el paciente que tiene 200 personas delante, dedique ese tiempo a otras gestiones, como hacer la compra. Por un lado evitamos las colas vaticanas y por otro preservamos al personal de admisión de las iras del usuario.
Para registrar la vacunación de un niño de dos meses, entre cambios de pantalla, abrir pestañas desplegables, etc., hay que darle como mínimo 35 veces (treinta y cinco) al botón del ratón. Estimo que el tiempo empleado para registros de actividades, recetas, etc., con este nuevo sistema es entre un 20% y un 30% más que con el antiguo (TASS), lo que quiere decir que o bien se dedica menos tiempo al paciente, o se registra menos, o se ven menos pacientes en el mismo tiempo. Imponente innovación.
Señora consejera, hago una llamada a la cordura. Cese al iluminado megalómano, volvamos al programa TASS (ágil, sencillo pero muy correcto, con toda la información a la vista y que no se cuelga) y se acabo el problema. Además, si no lo para usted, probablemente lo haga un juez. Al pasar la información de un sistema al otro, me consta que se ha perdido la privacidad. Información cuyo conocimiento sólo a mí autorizó un paciente, está ahora al alcance de cualquiera. Aseguradoras y empresas entre otros estarán frotándose las manos.
Los profesionales nos culpabilizamos a menudo de no hacer nada frente a este tipo de dislates. En Sevilla estamos organizando un grupo para velar por la dignidad de la consulta, del paciente y de la nuestra propia. Pero es que ni siquiera hace falta eso. Igual que un mecánico ignoraría como herramienta una alcachofa para sacar una bujía, nosotros podemos hacer lo mismo con el Diraya. Uno cierra el ordenador en un centro, otro en otro y nos extendemos cual mancha de aceite en plan "pásalo".
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