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Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fábulas compartidas

El cronista cuenta las hazañas de individuos ligados por parentesco o por amistad fraterna, leyendas que pasan de madres a hijos, y convierten un panorama de vidas estropeadas, desquiciadas, lisiadas, en extraordinaria aventura: Lars Saabye Christensen (Oslo, 1953) ha escrito El hermanastro (Halvbroren, 2001), autobiografía del guionista Barnum Nilsen, a quien conocemos en Berlín, en nuestros días, entre las estrellas del festival de cine. El noruego Barnum es un polialcohólico que todo se lo bebe, y a quien quieren encargar una película sobre El pato salvaje, de su famoso compatriota Ibsen. "¿Hará de pato Meryl Streep?", pregunta Barnum, lanzando una broma resacosa y reventando la venta de su propio posible guión a productores de América. Ha llegado borracho a la entrevista, con tres horas de retraso, nulo, pero guarda en la maleta un guión secreto: El hombre nocturno. ¿De qué trata? De la familia, el gran asunto de la imaginación contemporánea.

EL HERMANASTRO

Lars Saabye Christensen

Traducción de Kirsti Baggethun

y Asunción Lorenzo

Maeva. Madrid, 2005

536 páginas. 23,50 euros

Empieza la película de Barnum

y saltamos a mayo de 1945, el hundimiento nazi y el fin de la guerra. Repican todas las campanas de Noruega y, en Oslo, un hombre al que le falta un dedo viola a Vera, de 19 años, mientras la familia quema libros de Knut Hamsun, otro noruego, hitleriano. El violador quizá sea un soldado alemán, en fuga, aunque nadie lo vio. La escena tiene un halo mitológico, en un tendedero, con una paloma y un rayo de sol y el misterioso ángel criminal, como si fuera una brutal anunciación a la Virgen. Un niño nacerá, en un taxi, en tránsito, como el Mesías nació en Belén, y se llamará Fred, que en noruego significa paz. Será el hermanastro, venido al mundo antes que Barnum, el guionista que narra esta desmesurada historia. También al padre de Barnum le faltará un dedo, casi una mano entera, aparecido en Oslo después de ser herido por una mina nazi, o eso cuenta, incurable fabulador que se educó en un circo. En su infancia, como Moisés, fue salvado de las aguas.

Todo es presente en la memoria de Barnum, pantalla de cine y sala de montaje: recordar es escribir, y beber, cortar la vida en trozos y usar la mentira, o la imaginación, para que los fragmentos se unan coherentemente. Así se transforma en trama mítica la historia de tres generaciones de mujeres, solas, frente a hombres plenamente indignos de confianza, viajeros como los intrépidos vikingos, huéspedes de habitaciones secretas alquiladas en siniestros hostales, violadores, asesinos, estafadores, fugitivos, desertores, suicidas sorprendentes, embusteros. A varias de esas estirpes pertenece el padre de Barnum, gordo retaco manco y encantador, que conquista a Vera, la madre solitaria de Fred, haciéndola reír. Fue amigo del hombre más alto del mundo. Su visión de las cosas se resume en dos principios fundamentales, aprendidos en el circo: la gente quiere ser engañada y no importa lo que vemos, sino lo que creemos ver.

Lars Saabye Christensen posee

una inteligencia narrativa melodramática, fantástica, basada en una concentración irreal de acontecimientos y personajes fuertes: judíos deportados, bisabuelas artistas del cine mudo danés y bisabuelos perdidos en expediciones a Groenlandia, y Fred, el hijo del violador, sucesivamente afásico y disléxico, siempre mal de la cabeza, boxeador de mandíbula rota y conducta imprevisible, un buen hermano mayor, capaz de liquidar al padre de su hermanastro y perderse. Son dos hermanos defectuosos, Fred el desaparecido y Barnum, que lo busca en sus historias cinematográficas jamás filmadas. Y los amigos de Barnum, Peder y Vivian, el gordo hijo del filatélico y la paralítica, y la hija de la mujer que se quedó sin cara en un accidente de coche. Los sellos defectuosos valen más, dice el experto. Y el narrador se recuerda inventando catástrofes para sí mismo, y enfermedades, niño quemado y congelado, vendado, imaginaria atracción de la caridad mundial.

Barnum cuenta sus años de aprendizaje como joven escritor, el descubrimiento del cine a través de Bogart, héroe de muy baja estatura, como Barnum. Lo vivido y lo imaginado pesan lo mismo en la memoria, y la historia personal se funde con acontecimientos de Noruega: la muerte del rey Haakon VII, en 1957, y el segundo referéndum de rechazo a Europa, en 1994, coinciden con la muerte accidental de la bisabuela y el imparable resquebrajamiento de un matrimonio. La vida es una sucesión de enigmas sólo resueltos en la imaginación, piensa Barnum Nilsen, una película de final triste, de la que, como diría el auténtico Phineas T. Barnum, rey decimonónico del circo americano, sólo nos redime la mentira fabulosa. El hermanastro participa del encantamiento de las fábulas consistentes, preservado por una traducción que nos acerca generosamente la lengua lejana y extraña, una literatura de la que, aquí, se conocía sobre todo a Jostein Gaarder y, entre los aficionados a lo policiaco, a Karin Fossum, aunque esta novela de Christensen, tan próxima, se revele parte de una única tradición narrativa, europea, internacional.

El príncipe Olav de Noruega regresa a Oslo en mayo de 1945, tras el exilio durante la ocupación alemana.
El príncipe Olav de Noruega regresa a Oslo en mayo de 1945, tras el exilio durante la ocupación alemana.AP

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