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CRISIS EN BOLIVIA

La falta de combustible y alimentos amenaza a los habitantes de La Paz

Varias embajadas preparan la evacuación de sus ciudadanos residentes en la capital

La aparente calma en las calles no ha servido para solucionar los cada vez más graves problemas de abastecimiento, que empiezan a ser una pesadilla para las autoridades de los municipios de La Paz y El Alto, bloqueados desde hace 22 días. La falta de gasolina amenaza con detener los últimos vehículos destinados a los servicios de urgencias de la policía, así como a las ambulancias, y el corte de las conducciones de suministro de gas natural empiezan a afectar a los centros hospitalarios de la capital y El Alto. Muchos de esos centros afrontan una situación crítica: se están agotando los alimentos para los enfermos y carecen de gas para cocinar. La Cruz Roja, que ha solicitado una especie de tregua humanitaria, estima que la reserva de víveres durará tres días.

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La carestía de alimentos afecta también a los internos de la prisión de máxima seguridad de Chonchocoro, en el páramo altiplánico de La Paz. Las autoridades del Ministerio del Interior han expresado su preocupación por la amenaza potencial que puede implicar la falta de víveres en la capital y en la vecina El Alto. Muchas familias no tienen ni un bocado de pan que llevarse a la boca, ya que sus ingresos son diarios y llevan 22 días sin apenas trabajo.

En esta situación de emergencia, los precios no dejan de subir y ya son prohibitivos para muchos de los productos de primera necesidad. Los manifestantes, llegados de lugares alejados de la capital, se enfrentan al mismo problema que sus habitantes. También se les están acabando las provisiones y, además, tienen que combatir el frío y el cansancio que acumulan de las marchas hacia la capital. Tal vez por ello, las juntas vecinales y los mineros decidieron facilitar el paso de alimentos a los barrios populares. El plan de emergencia no cubrirá a los de clase media.

El alcalde de El Alto, José Luis Paredes, hizo un llamamiento a los dirigentes de las juntas vecinales de esa ciudad dormitorio, a 14 kilómetros de La Paz, así como a los líderes sindicales, para que, en un acto de humanidad "que se da aun en las peores guerras", levanten los bloqueos por un tiempo para que los habitantes puedan hacerse con alimentos y carburante. "El servicio de recogida de basuras está suspendido desde el jueves y a las zonas alejadas no llegan los distribuidores de agua a causa de los bloqueos", asegura.

En la capital, hombres y mujeres vestidos con ropa informal y zapatos deportivos (las chaquetas y las corbatas son vistas como prendas de la oligarquía) tienen que efectuar largas caminatas para poder llegar a sus puestos de trabajo o, simplemente, para poder encontrar los productos más esenciales. Lo mismo hacen los vecinos de El Alto, empleados en el centro de La Paz, que descienden por las empinadas calles, algunas trazadas con escalones, para poder acortar el camino. Los manifestantes que levantan barricadas en las entradas de la capital han prohibido el paso de vehículos. "Estoy caminando ya dos horas y aún me falta una más para llegar al centro", explicaba el obispo de El Alto, Jesús Juárez, que se dirigía a una reunión. Como él, los obispos de ambas diócesis cubren a pie grandes distancias para establecer vías de diálogo y evitar una guerra civil.

Habitantes de El Alto pasan junto a un neumático en llamas.
Habitantes de El Alto pasan junto a un neumático en llamas.ASSOCIATED PRESS

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