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Entrevista:SALOMÉ ZOURABICHVILI | Ministra de Asuntos Exteriores de Georgia

"No queremos más bases militares"

Pilar Bonet

"Georgia no quiere nuevas bases militares en su territorio". La ministra de Exteriores, Salomé Zourabichvili, es rotunda cuando le preguntan si las instalaciones que Rusia está a punto de abandonar podrían ser ocupadas por efectivos de la OTAN. "El presidente Mijaíl Saakashvili lo ha repetido. Es una política soberana, que emana de una decisión de las autoridades georgianas, aunque no esté escrito en los acuerdos con Rusia", afirma por teléfono desde Tbilisi.

Para sorpresa de quienes esperaban un largo regateo, Georgia y Rusia cerraron un trato la semana pasada. Moscú desmantelará las bases de Batumi y Aljalkalaki, las últimas que mantiene en su vecino del Cáucaso, y concluirá la tarea en 2008. El 15 de junio Rusia habrá devuelto a Georgia una fábrica de reparación de tanques. ¿Qué difuminó la tensión, tan aguda en vísperas del 60º aniversario de la II Guerra Mundial? Las posiciones "no estaban tan alejadas" aunque "se habían endurecido" ante los festejos. Rusia se dio cuenta de que firmar un acuerdo de retirada en esas fechas "podía resultar paradójico", afirma. La reciente inauguración del oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceihán no ha tenido nada que ver con el acuerdo, pero "confirma la visión que tenemos de esta región, que debe convertirse en un lugar de tránsito y desarrollo de la energía y no en una zona de bases y enfrentamiento", dice la ministra.

En 2004, Tbilisi propuso a Moscú crear un centro antiterrorista a cambio del cierre de las bases. "Por el momento vamos a negociar lo más urgente, es decir, la puesta en práctica de los acuerdos sobre las bases". Si el terrorismo quisiera hacer daño a Georgia, el oleoducto sería un blanco, pero la ministra no vincula la seguridad de esta instalación, que es responsabilidad de los georgianos, con el centro antiterrorista. Este proyecto es una iniciativa de cooperación bilateral. "[Para] mostrar a los rusos que estamos dispuestos a cooperar militarmente con ellos en los campos de interés común".

Temores en Azerbaiyán

El traslado de los soldados desde Georgia a Armenia inquieta a Azerbaiyán. "Hemos hecho todo lo posible para permitir que Rusia retire sus efectivos por el mar Negro, hacia el puerto de Novorossiisk. Hemos explicado a Azerbaiyán lo que hemos hecho para que los rusos se retiren sin problemas. El resto no depende de nosotros y Azerbaiyán, lógicamente, ha hecho una gestión ante los rusos".

Un total de 2.500 militares residen en las bases. La ministra calcula que un tercio quiere quedarse, y los que se queden tendrán derecho a conservar sus viviendas. Zourabichvili no descarta la convocatoria de una "conferencia de donantes" para abordar los problemas vinculados al desmantelamiento de las bases.

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En cumplimiento del acuerdo firmado en Estambul en 1999, Rusia se había retirado de otras dos bases georgianas, la de Vaziani y la de Gudauta, situada esta última en la independentista Abjasia. Ahora, Georgia y Rusia tomarán medidas para que los representantes de Alemania en la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) puedan organizar una inspección a Gudauta, abandonada oficialmente en 2001. "Es una inspección que no ha podido tener lugar hasta ahora y sólo una inspección permitirá determinar si la base está cerrada o si hay allí elementos militares rusos", dice Zourabichvili. El secesionismo de Abjazia y de Osetia del Sur es el problema más grave del Estado georgiano. "Es necesario que Rusia juegue un papel neutro y constructivo y no anime indirectamente a los separatistas, como en el pasado, ni les dé la sensación de que los apoya".

El ministro de Defensa ruso, Serguéi Ivanov, anunció ayer que su país inaugurará dos nuevas bases militares de montaña cerca de la frontera con Georgia.

La ministra de Exteriores de Georgia, Salomé Zourabichvili, en su oficina de Tbilisi.
La ministra de Exteriores de Georgia, Salomé Zourabichvili, en su oficina de Tbilisi.REUTERS

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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