Una retrospectiva revela la compleja elaboración de los paisajes de Corot
El Museo Thyssen-Bornemisza expone 81 cuadros del pintor francés más famoso del XIX
El Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid (paseo del Prado, 8, www.museothyssen.org), presentó ayer "los mejores 81 cuadros" del pintor francés Jean-Baptiste Camille Corot (París, 1796-1875), según Tomàs Llorens, conservador jefe del museo, en su última intervención pública con este cargo tras el nombramiento de Guillermo Solana. La retrospectiva del artista, preparada por Vincent Pomarède, conservador jefe del departamento de pintura del Louvre, destaca la complejidad cultural del paisaje y la influencia de algunos retratos en el cubismo de Picasso y Juan Gris.
Tomàs Llorens situó la obra de Camille Corot en la historia de la colección histórica del Museo Thyssen-Bornemisza, con piezas desde el siglo XIII al XX, "muy equilibrada" pero con dos acentos en el conjunto de retratos, tema preferido del primer barón, y el género de paisaje, que cultivó el segundo barón. La primera exposición temporal del museo estuvo dedicada al paisaje holandés del siglo XVII. Ahora se vuelve al paisaje, con la obra de Corot, en una exposición, Corot. Naturaleza, emoción, recuerdo, en la que colabora el Consorcio Turístico de Madrid, que estará abierta hasta el 11 de septiembre, para viajar después al Palazzo dei Diamanti, de Ferrara (Italia), del 9 de octubre al 8 de enero.
La última retrospectiva de Camille Corot se celebró en 1996, organizada por el Museo del Louvre, con el Metropolitan de Nueva York y el Museo Nacional de Canadá, con el mismo comisario, Vincent Pomarède. En esta ocasión también se revisa la obra del pintor francés, desde su formación a partir de 1822, tras recibir la autorización paterna que le había iniciado en el negocio familiar de tejidos; su primer viaje a Italia tres años después, donde descubre el mundo poético de Poussin; las primeras obras que expone en el Salón; sus estancias en la propiedad de Ville-d'Avray, uno de sus lugares de vacaciones y de inspiración de paisajes, junto con el bosque de Fontainebleau; la cumbre de su carrera a partir de 1851, con los viajes y trabajos al aire libre y en sus talleres hasta alcanzar una gran popularidad desde la Exposición Universal de 1867, siendo acosado por coleccionistas y marchantes, hasta su muerte en París y entierro en el cementerio del Père Lachaise.
Tomàs Llorens indica que en esta revisión se pone el acento en "la complejidad cultural que tiene la pintura de paisaje", en la que Corot es la figura más ilustrativa. Señala que el artista tuvo una enorme fama en el siglo XIX, como pintor favorito del gran público, de los pintores más innovadores y de los poetas. La fortuna crítica cambió en el comienzo del siglo XX, al sufrir una revisión el siglo anterior y con el cambio de categorías artísticas que propone el arte moderno. Algunos artistas, como Picasso (en la muestra hay un retrato que fue propiedad del pintor), Braque y Juan Gris fueron admiradores de Corot y realizaron cuadros cubistas con el tema de la mujer sentada con mandolina, que es la imagen de la muestra de Corot en carteles y catálogo, en el que colaboran 11 expertos.
El Corot precursor del impresionismo y de la modernidad sigue los ejes marcados por Vincent Pomarède por la naturaleza, la emoción y el recuerdo, con una trayectoria de 50 años de creación que se recorren en un montaje de ocho apartados. En las salas temporales del Thyssen se visitan paisajes y figuras de sus primeros años, las vistas de Roma y la campiña de sus estancias en Italia, los diversos territorios de Francia, las obras que exhibió en los Salones oficiales, con el paso del paisaje histórico al lírico, ciudades e interiores dominados por el realismo, Ville-d'Avray, figuras y recuerdos.
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