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REFERÉNDUM EUROPEO | Retrato del votante

La extrema derecha francesa confía en el efecto dominó en toda Europa si gana el 'no'

Jean-Marie Le Pen trata de atribuirse los éxitos de su campaña

Jean-Marie Le Pen, el veterano y enfermo jefe del ultraderechista del Frente Nacional (FN), espera que la victoria del no en Francia "desencadene un efecto dominó" por el que "los holandeses harán como nosotros y entre todos haremos fracasar el proyecto de esclavizar los países europeos". Por primera vez desde hace años, Le Pen sueña de nuevo con encabezar un populismo de derechas a escala europea, con sumar al posible no francés el que pueda llegar de los Países Bajos y, después, de algunos de los antiguos países del Este. Le Pen ha especulado con la hipótesis de que Francia abandone la UE, pero el FN prefiere hablar de "una evolución de las instituciones favorable a un proyecto de la Europa de las naciones".

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Son varios los que opositan a apuntarse el protagonismo y el mérito de un no triunfante. Las encuestas son rotundas al respecto: un 90% de los votantes de extrema derecha se decantarán el domingo por el no, como votaron no al tratado de Maastricht o defienden opciones antieuropeístas -o se abstienen- cuando la consulta se refiere al Europarlamento. Entre los comunistas, el voto negativo deberá rondar el 89% y nadie sabe el porcentaje que puede atribuirse al soberanista de derechas Philippe de Villiers, un muy católico vizconde que ha hecho del ataque a Bruselas el principal y casi único objetivo de su carrera política. Entre los votantes socialistas habituales, el no se llevará entre el 57% y el 59%, un porcentaje algo superior al que conseguirá entre los ecologistas, tradicionalmente muy europeístas, aunque esta vez, un 55% de ellos se dispone a depositar en la urna una papeleta negativa.

Si según Lionel Jospin la suma de noes será "irrealista e incompatible", eso no excluye que el FN se disponga a atribuírsela, sea o no victoriosa. "Es el electorado del FN el que determinará la victoria del no", ha declarado Eric Iorio, especialista en cuestiones electorales de la formación ultra. Y en ese sentido concluye que el voto contrario a la Constitución es "popular, social y nacional". Si el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, quiso autoproponerse como símbolo de la "Francia de los de abajo", hoy las clases populares, una vez más, le desautorizan. Desorientado, Raffarin defiende ahora la abstención como último recurso: "un no que se abstiene es un buen no". La abstención es, en efecto, casi la última esperanza de los partidarios del sí, pero esta vez los electores se dicen motivados y se prevé una participación en torno al 70%.

De Villiers especula con la mala salud y con la edad de Le Pen para recuperar parte de su electorado para la derecha. El socialista Laurent Fabius, que debuta como aprendiz de brujo, cree que "el PS se gana a la izquierda y las elecciones al centro". Pero los socialistas que votarán no no se identifican con el tradicional liberalismo de Fabius y es difícil imaginar que el ex ministro de Finanzas logre encabezar una alternativa teñida europeísmo radical. El trostkista Olivier Besancenot o la comunista Marie-Georges Buffet, incluso el social-populismo de Jean-Luc Mélenchon, parecen mejor situados para ello que las elegantes chaquetas color crema de Laurent Fabius. Tal y como dice Jean-Marie Le Pen, "el electorado prefiere siempre el original a la copia".

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