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El Ejército uzbeko toma una ciudad rebelde y detiene a líderes islamistas

Pilar Bonet

Tropas gubernamentales de Uzbekistán se apoderaron ayer de madrugada de Karasu, una ciudad en la frontera con Kirguizistán, y detuvieron a los líderes de los rebeldes, que la controlaban la víspera y que se habían manifestado a favor de un Estado islámico. La captura de Karasu fue un episodio más en los sucesos que se saldaron con centenares de muertos la semana pasada en Andiyán, en el valle de Ferganá, una zona densamente poblada con grandes problemas sociales y económicos.

La operación de ayer comenzó con el aterrizaje de helicópteros, siguió con la llegada de tropas (entre varios centenares y 1.000 hombres, según fuentes locales) y culminó con el arresto de líderes de la oposición, entre ellos Bajtiyor Rajímov, que fue golpeado brutalmente, según su esposa, Gulchajra.

Los soldados uzbekos restablecieron de inmediato el control de la frontera con Kirguizistán y sólo permitían la entrada de la población local. Los kirguizos de la región temían que los uzbekos bloquearan la frontera y que con ello impidieran los desplazamientos de los campesinos, según mostró el canal de la televisión NTV. Karasu, que se encuentra en la frontera y que está dividida en una zona uzbeka y otra kirguiza, tiene cerca de 20.000 habitantes.

El Ministerio de Exteriores de Uzbekistán convocó al embajador de Kirguizistán para advertirle de que los dirigentes uzbekos temen las manifestaciones religiosas en la frontera. "Si las autoridades kirguizas no actúan de forma expeditiva y toman las medidas pertinentes, la situación puede descontrolarse", señalaba una nota diplomática de Tashkent. Uzbekistán se ha brindado a organizar el regreso de mujeres, niños y ancianos que se refugiaron en Kirguizistán huyendo de la violencia, pero quiere "filtrar" el retorno de los hombres, alegando que 120 presos fueron liberados ilegalmente en Andiyán.

Preocupación de EE UU

Washington está "crecientemente preocupado" por lo que sucede en Uzbekistán, pero tras las matanzas no ha acabado de definir su enfoque ante su aliado centroasiático en la lucha antiterrorista, según indicaron altos medios diplomáticos estadounidenses en Moscú. "Han sido importantes socios en la guerra contra el terror, pero vamos a ser fieles a los principios sobre la importancia central de la libertad y la democracia", señalaron las fuentes.

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El silencio inicial de Washington "no debe ser visto como el reflejo de una diferencia" en la política que EE UU practica hacia Bielorrusia y hacia Uzbekistán. Antes de las matanzas de Andiyán, el presidente de EE UU, George W. Bush, incluyó a Bielorrusia en su lista de tiranías, pero guardó silencio sobre el régimen de Islam Karímov, que se beneficia de los alquileres de dos bases militares norteamericanas. De momento, Washington se orienta hacia la acción de organizaciones internacionales y apuesta por una inspección de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) para esclarecer lo sucedido.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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