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5.000 drogadictos acuden a diario al poblado de Las Barranquillas

Unas noventa chabolas están dedicadas a la venta de estupefacientes

Un promedio de 5.000 toxicómanos acuden a diario al poblado marginal de Las Barranquillas, en Villa de Vallecas, lo que lo ha convertido en el mayor hipermercado de venta de estupefacientes de Europa. Esta zona marginal y depauperada, que se encuentra junto a Mercamadrid, genera grandes beneficios para los narcos, que en algunos casos obtienen ganancias de hasta 18.000 euros en un solo día. Los coches de lujo y las personas bien vestidas se mezclan con mendigos e indigentes que deambulan por el poblado en busca de una dosis. Las chabolas son alquiladas por sus dueños a distintos vendedores.

La miseria y la pobreza son dos de las notas características de este poblado marginal situado en Villa de Vallecas. La entrada resulta difícil porque tiene diversos resaltos que impiden que los coches vayan a gran velocidad. Nada más acceder, el visitante se topa con decenas de zombies que caminan sin un rumbo fijo.

El número de vendedores ha bajado en los últimos años. Ha pasado de unos 120 a 90, pero eso no ha significado que el número de consumidores que acuden cada día haya bajado. Tan sólo se ha traducido en mayores beneficios para los traficantes, que han visto cómo ha crecido su cartera de clientes. Los narcos tienen a su cargo a machacas, personas toxicómanas que se dedican a vigilar y a dar la voz de alarma cuando llega la policía.

"He visto casos muy duros, como el de un sargento tedax [técnico en desactivación de explosivos] de la Guardia Civil que venía muy poco a comprar alguna papelina. A los pocos meses le vi muy demacrado, muy hecho polvo. Había caído de lleno en la droga", señala un policía destinado a la comisaría de Villa de Vallecas. Algunos vendedores se han trasladado a la Cañada Real Galiana ante la eventual desaparición de Las Barranquillas.

Un toxicómano se anuda una cuerda en un brazo antes de inyectarse una dosis de droga en el poblado de Las Barranquillas.
Un toxicómano se anuda una cuerda en un brazo antes de inyectarse una dosis de droga en el poblado de Las Barranquillas.RICARDO GUTIÉRREZ
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