Una 'niña de la guerra' dona a la Generalitat cartas inéditas de Pau Casals
Josefina Iturrarán es investigadora y continúa residiendo en Rusia
Josefina Iturrarán, niña de la guerra e investigadora española residente en Rusia, entregó recientemente a la Generalitat una serie de documentos entre los que figuran una colección de cartas inéditas del músico Pau Casals, dos partituras del guitarrista y compositor Fernando Sor, y un pequeño ensayo sobre la actuación del médico Julián Fuster Ribó en los campos de concentración soviéticos.
"La injusticia que se lleva a cabo con mi país después de la guerra, confirmada por la reunión de la ONU, me ha hecho tomar la decisión de no tocar más mientras España continúe bajo un régimen que debería considerarse la vergüenza del mundo", escribe Casals al compositor ruso Dmitri Shostákovich en una carta fechada en Prades (Francia) en 1947. En 1956, en una carta al musicólogo Grigori Schneyerson, Casals afirma estar "en contra del arte deshumanizado, contra la preocupación por ser original a ultranza, contra la música que nadie comprende". "Lo que debe encontrarse en las creaciones artísticas es el hombre, el hombre de carne y hueso, y no una criatura abstracta", señala. Y vuelve a afirmar: "Mientras que en mi país, España, esté el régimen dictatorial de Franco, protestaré y no aceptaré ninguna invitación para dar conciertos". Entre los otros corresponsales de Casals en Rusia, figuraba también Alexandr Ziloti, conocido compositor de la época, primo de Serguéi Rachmáninov. El gran violonchelista catalán, que entre 1905 y 1914 solía visitar Rusia cada año, a veces hacía dibujos en sus cartas; así, en una de ellas se autorretrató fumando en pipa bajo unas palmeras junto al mar.
El cirujano catalán fue detenido por los soviéticos al final de la II Guerra Mundial
Solzhenitsin se refiere en 'Archipiélago Gulag' al médico Fuster, que estuvo en un campo
Iturrarán -que subraya que sus largas investigaciones relacionadas con las vicisitudes de personajes de la cultura catalana en Rusia las ha emprendido con "un gran amor por Cataluña"- fue recibida por el consejero de Relaciones Institucionales, Joan Saura; su jefe de gabinete, Josep Vendrell, y el director general de Análisis y Prospectiva de la Presidencia, Jaume Badia.
Una vez que algunos de los documentos hayan sido traducidos al catalán y al español, Badia propondrá redistribuirlos. Según dijo en una conversación teléfonica con Moscú, cree que los relacionados con el comienzo de la Guerra Civil y sobre Fuster deben ser puestos en manos del Centro de Estudios Históricos Internacionales de Barcelona; el destino más adecuado para las cartas de Casals le parece la Casa Museo Pau Casals de El Vendrell, y para las partituras de Fernando Sor, el Museo de la Música que se ubicará en el complejo del Auditori de Barcelona. Además, consultará con el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) la viabilidad de organizar una exposición de los dos cuadros de Marià Fortuny que se encuentran en el Museo Pushkin, cuyas fotos le entregó Iturrarán.Fernando Sor llegó de París a Moscú en 1823 acompañado de su esposa, la bailarina francesa Felicité Hullin, para el estreno de su ballet Cendrillion, aclamado por el público y la crítica. Sor permaneció en Rusia tres años, mientras que Hullin se quedó trabajando en el teatro Bolshói hasta el fin de sus días. Entre las piezas que el insigne guitarrista compuso en Rusia, hay una dedicada a la princesa Zináida Volkónskaya -entregada a Cataluña por Iturrarán-, cuyo salón solían visitar personalidades de la cultura rusa tan importantes como el poeta Alexandr Pushkin. Pero el documento más valioso probablemente es la partitura de la Marcha fúnebre que compuso en 1825 a la muerte del zar Alejandro I. La obra, dedicada a su protectora la zarina, fue tocada por el regimiento Preobrazhenski durante los funerales del emperador. Al año siguiente, Sor abandonó Rusia.
La donación incluye documentos políticos referentes a la Guerra Civil. Según uno de ellos, acababa de empezar la contienda cuando "una delegación del Comité Nacional de Marroquíes con influencia en las tribus" del protectorado español comenzó a negociar con las "milicias de Cataluña" un posible acuerdo por el cual los marroquíes organizarían una rebelión en Marruecos, a cambio de que España reconociera su independencia y comenzara a financiar "de inmediato" a los organizadores de la revuelta. El cónsul soviético Vladímir Antónov-Ovséyenko informó de ello a Stalin y a otros cinco miembros de la dirección soviética.
"El comité catalán se inclina por firmar este acuerdo y envió, 10 días atrás, una delegación especial a Madrid", compuesta por representantes de Esquerra, del PSUC, el POUM y la CNT, escribe el 5 de octubre de 1936 Antónov-Ovséyenko en su informe, clasificado como "estrictamente confidencial". El cónsul soviético especificaba que Largo Caballero, sin pronunciarse sobre la esencia de la propuesta marroquí, consideraba que "deberían negociar directamente con él"; Indalecio Prieto "fue escéptico: se les puede dar dinero, pero no se puede aceptar el reconocimiento de la independencia 'ya que hoy somos Gobierno, pero dentro de una semana, mierda", dijo el entonces ministro de Marina y Aire, según Antónov-Ovséyenko, que aparentemente obtuvo esta información de Jaume Miravitlles (éste formó parte de la delegación que supuestamente se entrevistó con los marroquíes antes de partir a Madrid).
Prieto agregó "que el protectorado de España sobre Marruecos está basado en el acuerdo de tres potencias y la renuncia de España a ese protectorado conducirá a la soberanía de Francia, país que está en vísperas de una rebelión fascista, que también ocurrirá en Marruecos".
Durante su entrevista con el presidente de la Generalitat, el cónsul le preguntó por la propuesta marroquí a lo que Lluís Companys respondió que "no consideraba que fuera un asunto serio". El mismo Antónov-Ovséyenko opinó que había que apoyar "la propuesta de los nacionalistas marroquíes". El informe termina con la siguiente posdata: "Me acabo de enterar que se realizará una reunión de la delegación marroquí con representantes del Gobierno catalán y con el ministro Julio Just llegado desde Madrid. Telegrafiaré sobre los resultados".
El premio Nobel Alexandr Solzhenitsin hace referencia a españoles en cuatro ocasiones en su monumental Archipiélago Gulag. En el capítulo consagrado a la rebelión que hubo en 1954 en el campo de concentración de Kenguir, Solzhenitsin escribe: "Aquella noche en el hospital del 2º campo se encendió el quirófano: operaba el cirujano Fuster, un preso español". Cuando Iturrarán leyó esta frase, quiso saber más de su compatriota y se dirigió a Memorial en busca de ayuda. Nikolái Formózov, miembro de esa asociación de derechos humanos, escribió entonces un perqueño artículo sobre la vida en los campos de internamiento en Kazajstán y sobre Fuster. "Sus compañeros de prisión creen que era el cirujano jefe del Ejército republicano, pero lo más probable es que eso sea una leyenda; lo que está claro es que llegó a Rusia siendo ya un excelente neurocirujano", escribe Formózov, que cuenta que Fuster fue detenido por los órganos de seguridad soviéticos después de finalizada la II Guerra Mundial "por desear regresar a su patria, España". Fuster fue destinado a Kenguir, centro del Steplag (Campos de las Estepas). En las prisiones vecinas trabajaban las minas de cobre, y en Kenguir -donde hoy se alza la ciudad de Dzhezkazgán- construían una fábrica. Debido a un problema con las autoridades del campo, Fuster fue enviado a trabajar a una cantera, pero el jefe del campo, cuando enfermó, lo mandó traer para que lo operara. Los compañeros de Fuster lo llamaban Iulián Stepánovich, a la rusa, con patronímico (el nombre de su padre era Esteban) y "lo adoraban", no sólo por su bondad como médico, sino también por su sentido del humor. La rebelión en Kenguir comenzó en mayo y duró 40 días. En la madrugada del 26 de junio los tanques entraron en el capo seguidos de soldados con Kaláshnikov. Los pilotos de los tanques, borrachos, aplastaban a hombres y mujeres. Solzhenitsin considera que 700 personas precieron, es decir, uno de cada 10. Los heridos eran muchos más. Julián Fuster operó dos días seguidos; al tercer día, cayó desmayado. Una vez puesto en libertad, aproximadamente en 1956, vivió un tiempo en Kazajstán y luego en los alrededores de Moscú, hasta que pudo regresar a España.
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