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El Banco de Italia aprueba la oferta del BBVA sobre el 85% de la BNL

La entidad convocará junta de accionistas para lanzar la oferta, valorada en 6.400 millones

Íñigo de Barrón

Fumata blanca en el Banco de Italia. Ayer, dos meses después de que se iniciaran los trámites, Antonio Fazio, gobernador del Banco de Italia, envió al BBVA la autorización para lanzar una OPA sobre el 85% de la Banca Nazionale del Lavoro (BNL), la sexta entidad del país. El mercado bancario italiano queda abierto. Ahora el BBVA debe convocar junta de accionistas para aprobar la operación, valorada en 6.400 millones de euros. Posteriormente se iniciará la OPA, condicionada a que el BBVA obtenga el 50%. El contrapacto, contrario a la oferta, controla el 24% de la BNL.

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La operación está marcada por los viernes. El 18 de marzo, viernes, pidió el BBVA autorización para la compra; el 25 de marzo, viernes, advirtió el Banco de Italia que habría problemas; el 7 de mayo, viernes, la autoridad italiana aceptó la OPA del holandés ABN Amro sobre la Banca Antonveneta y ayer, viernes 13, aprobó la del BBVA sobre BNL.

Antonio Fazio ha dado su brazo a torcer después de intentar, por todos los medios, poner piedras en el camino del BBVA. El primer movimiento fue buscar entidades italianas dispuestas a lanzar una oferta competidora a la de la entidad presidida por Francisco González. La aseguradora Unipol y el Monte dei Paschi di Siena se barajaron como posibles competidores.

Con el paso del tiempo, se vio que carecían de pulmón financiero para igualar o superar una oferta como la española. La que podía desequilibrar la balanza era la primera aseguradora de Italia: Generali, que tiene firmado un pacto de apoyo al BBVA. Las conversaciones que mantuvo el gobernador del Banco de Italia con esta empresa, socio del Banco Santander, no fructificaron.

El segundo movimiento clave de Fazio fue político. Acudió a los dirigentes más conservadores para intentar recabar apoyos que le ayudaran a formar un frente que hiciera fuerza ante el Gobierno italiano. Sus éxitos en este campo fueron escasos: el ministro de Trabajo, Roberto Maroni, miembro de la nacionalista Liga Norte, se desmarcó con unas declaraciones en las que afirmó que la OPA era "un intento de agresión sobre el sistema financiero italiano. No se trata de una operación en nombre de los principios de la UE, sino de una tutela de los intereses privados de algunos grandes grupos".

Pocos días después, el debate se dio por zanjado con unas declaraciones de Silvio Berlusconi, presidente del Gobierno. "No está en peligro la italianidad de los bancos", dijo el jefe del Ejecutivo. Berlusconi habló en Bruselas, donde había escuchado de más de un comisario europeo que era necesario romper las barreras políticas a estas compras. El 28 de abril aprobó la operación.

En paralelo, Fazio filtró a la prensa que el problema es "la mala gestión del BBVA" y recordó cómo la BNL había entrado en pérdidas en 2003, cuando ya estaba bajo control del banco vasco. Sin caer en la trampa de la provocación, directivos del BBVA mantuvieron entrevistas con los principales periódicos romanos para explicar sus planes y el saneamiento llevado a cabo en la BNL. En España, el BBVA contó con el apoyo del presidente José Luis Rodríguez Zapatero y del gobernador del Banco de España, Jaime Caruana.

La última baza

La última baza que jugó Fazio fue atizar a los miembros del contrapacto, capitaneados por el poderoso constructor Francesco Gaetano Caltagirone. Éstos, que controlan el 24% de la BNL, pidieron la celebración de una junta extraordinaria de accionistas para cambiar las fuerzas del consejo, dominado ahora por los aliados del BBVA. Sin embargo, ante la ausencia de apoyos, no acudieron a la primera convocatoria de la junta y quedó suspendida hasta el sábado 21 de mayo.

El BBVA, para evitar hundirse en el proceloso mundo de la burocracia italiana, advirtió que condicionaba la OPA a que concluyera antes del 30 de septiembre y que lograra más del 50% de las acciones, incluyendo el 15% que ya posee. La agencia de calificación Moody's advirtió de que había "considerables incertidumbres" en la operación. El banco explicó sus planes comerciales, que incluían reorganizar la estructura comercial y obtener 543 millones hasta 2007 entre ahorro de gastos y mayores ingresos.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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