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Perfil | Antonio Hernández Callejas

Los poderes del arroz

Dicen que es uno de los que más saben del comercio del arroz. Le crecieron los dientes comprando arroz con un camión a los agricultores extremeños para la empresa familiar Herba. Hoy, es capaz de estar comprando con la mano derecha un barco de arroz en un país asiático y vendiendo el cargamento con la mano izquierda a cualquier operador en Occidente.

Antonio Hernández Callejas, de 49 años, casado y con dos hijos, es economista pero espera acabar los estudios de derecho cuando se jubile. Navarro de nacimiento, es la segunda generación de la familia arrocera Hernández Barrera, oriunda del pueblo soriano de Olvega, pero afincada en Sevilla. Es la cabeza visible del grupo andaluz hoy con actividades en diferentes sectores, desde el inmobiliario al agrario o la acuicultura. La venta de la arrocera a la empresa Ebro Puleva supuso para el grupo sevillano unos elevados ingresos que, en una parte muy importante, reinvirtieron en este grupo azucarero-lechero-arrocero hasta convertirse en su primer accionista, con una participación del 11,5%.

Consejero y vicepresidente del grupo desde 2000, fue designado consejero delegado en 2004, para ser nombrado hace unas semanas presidente ejecutivo de Ebro Puleva.

Nacido y criado en el mundo del comercio del arroz, Antonio Hernández Callejas es un viajero empedernido que conoce el sector desde la producción a la industria y que ha llevado a Ebro a ser el primer grupo mundial del sector. Por las exigencias de su actividad, en el pasado fue más amigo de la actividad directa en el mercado que de los despachos y de conocer la empresa sobre el terreno. Sus colaboradores le ven como un currante siempre discreto, para quien la jornada no tiene horas de trabajo. Le califican como un hombre de palabra, amigo de hacer equipos y de dar confianza a sus colaboradores. Al nuevo presidente ejecutivo del mayor grupo alimentario español se le considera un gestor puro que da muchas vueltas antes de tomar una decisión, pero que, una vez adoptada, la asume con todas las consecuencias.

Fiel a la escuela soriana de la familia, a Antonio Hernández Callejas no le gusta dejarse notar y prefiere siempre pasar inadvertido. En su forma de vida es un hombre austero, que mantiene los amigos de la infancia. Su pasión más importante ha sido el comercio y, dicen sus allegados, que tenía afición por el golf hasta que el grupo empresarial construyó un campo.

SCIAMMARELLA

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