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FERIA DEL LIBRO DE SEVILLA

García Montero reivindica una "conciencia vigilante" para evitar la manipulación del lenguaje por el poder

El poeta granadino y el escritor José María Pajuelo debaten sobre el compromiso y la literatura

Alejandro Bolaños

El compromiso y la literatura, un tema "antiguo, pero siempre rejuvenecedor", en palabras de Luis García Montero, concitó ayer al poeta granadino y al escritor valenciano José María Pajuelo en la Ínsula Barataria, la plaza imaginada por la organización de la Feria del Libro de Sevilla para que visitantes y artistas compartan tertulia. García Montero y Pajuelo coincidieron en defender la política y en que su reivindicación no tiene por qué condicionar la calidad literaria. El poeta granadino mantuvo que los escritores pueden ejercer una "conciencia vigilante" para evitar que el poder "vacíe y manipule el lenguaje".

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"La política no mancha", afirmó García Montero como preámbulo a su exposición. El poeta y catedrático, que participó en la candidatura de Izquierda Unida en las últimas elecciones al Parlamento europeo, sostuvo que la política es una de "las actividades más nobles que puede desarrollar el ser humano" y que la existencia de la corrupción no deslegitima la política, "como que exista un mal médico no quiere decir que la medicina sea mala".

García Montero lamentó que en ámbitos "académicos y científicos" se aluda al compromiso político de algunos creadores con "ánimo peyorativo". El artista granadino, al que se concedió el Premio Nacional de la Crítica de Poesía en 2004, sostuvo que el "rigor literario" debe sopesarse sin tener en cuenta si el asunto es político o amoroso. "Tampoco defender buenas banderas significa que una obra tenga calidad literaria", advirtió.

"Ahora nadie puede ser tan iluso como para pensar que un poema tiene más poder que medio minuto de un telediario bien manipulado", añadió García Montero, quien considera que la literatura tiene poco que hacer en "la superficie de los informativos". La "literatura comprometida", a su juicio, establece un "diálogo de conciencias" y su influencia sólo puede ser "de largo recorrido".

En su exposición, el poeta granadino insistió en que la "conciencia vigilante" del escritor debe prestar especial atención a la manipulación del lenguaje, "un arma poderosísima del poder". "Al escritor le cabe defender el lenguaje", abundó. Y dio algunos ejemplos facilmente reconocibles de esa manipulación: "Cuando se dice que se declaran guerras y genocidios en nombre de la paz; cuando se recortan libertades civiles en nombre de la seguridad; cuando al contrato-basura, que está detrás de tantas muertes en el trabajo, se le llama flexibilidad laboral; cuando no se quiere llamar náufragos a los inmigrantes que se ahogan en nuestras costas, porque la legalidad internacional reconoce el derecho a una ayuda, a un amparo, en caso de naufragio".

Por último, García Montero hizo referencia a la oposición entre ficción y simulacro. "Las realidades virtuales, las falsas informaciones, las supersticiones sirven para ocultar la realidad, mientras que en la ficción lo que se persigue es iluminar la realidad, entenderla en toda su profundidad".

El poder de la escritura

Para García Montero, en la "última literatura de la memoria histórica" se dan buenos ejemplos del "compromiso a largo plazo" que puede desarrollar la literatura y de la defensa del "lenguaje como espacio público". En esa misma línea coincidió José María Pajuelo, que está a punto de publicar la obra La última esperanza sobre los intentos postreros del bando republicano por frenar al ejército franquista en la Guerra Civil.

"La escritura llega muy lejos, tiene un poder tremendo", afirmó Pajuelo quien recordó que en los campos de concentración franceses, los exiliados republicanos llegaron a crear una universidad o a escribir y pintar sobre sacos de patata. "No debe olvidarse el pasado, para eso es importante escribir, si escribís algo no lo rompáis, guardadlo", exhortó al público.

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