El balón intragástrico no está indicado como tratamiento estético

Algunos centros de estética lo anuncian como una técnica innovadora, eficaz, sencilla y exenta de riesgos para combatir el sobrepeso. Pero el balón intragástrico, un dispositivo esférico que se introduce en el estómago para que el paciente se sacie más pronto y coma menos, no es un procedimiento nuevo -en España se utiliza desde hace ya media década-, ni es la solución mágica y definitiva contra los kilos de más, y tampoco carece de efectos secundarios o contraindicaciones. Así lo asegura el presidente de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad, Carlos Fernández Escalante, quien advierte de las "falsas expectativas" que pueden generar los anuncios que firmas de estética están difundiendo con la llegada del buen tiempo.

Aunque es cierto que comporta menos riesgos que las intervenciones bariátricas -el balón se introduce en el estómago mediante endoscopia, una técnica poco agresiva y relativamente sencilla-, los expertos destacan la necesidad de que se practique siempre en el ámbito hospitalario y con un equipo profesional experimentado. Alertan, además, de que su uso está indicado sólo como "tratamiento puente" para pacientes con obesidad mórbida que necesitan perder entre 15 y 30 kilos antes de someterse a operaciones más complejas, como la de reducción de estómago. La pérdida de unos kilos antes de la operación es aconsejable para reducir el elevado riesgo que supone la intervención en este tipo de pacientes, que a menudo presentan problemas asociados de diabetes o insuficiencias cardiorrespiratorias.

"Es eficaz, sí, pero sólo durante seis meses", resume Carlos Fernández Escalante. Éste es el periodo máximo durante el cual el balón intragástrico puede permanecer en el estómago.Transcurrido este tiempo debe retirarse, ya que el material del que está hecho el dispositivo se degrada y aumenta el riesgo de que el paciente sufra lesiones por roces en la pared del estómago.

Pero en muchos casos la retirada del balón significa la recuperación casi inmediata de los kilos perdidos. Por esta razón los pacientes que han llevado este dispositivo como tratamiento puente para una futura intervención bariátrica se colocan en la lista de espera preferente para ser operados cuanto antes, explica Francisco Olmeda, adjunto del Servicio de Cirugía Bariátrica del hospital Marqués de Valdecilla de Santander.

Educación alimentaria

Para facilitar que la pérdida de peso lograda se mantenga tras la retirada del balón, es imprescindible que la intervención se acompañe de un programa de reeducación que modifique los hábitos alimentarios de los pacientes, un objetivo normalmente "difícil" para personas con obesidad mórbida, que tienden a comer sin control, reconoce Olmeda.

El balón intragástrico, de silicona, se introduce en el estómago a través de la boca y el tubo digestivo. Una vez dentro, se rellena de medio litro de suero fisiológico, que se tinta con una sustancia inocua para que pueda ser detectada a través de la orina si se ha producido una rotura.

El espacio que este dispositivo ocupa en el estómago hace que el paciente se sienta saciado al ingerir poca cantidad de alimento. Los expertos advierten de que existe el riesgo de que comedores impulsivos sigan "comiendo desaforadamente", lo que da lugar a vómitos o incluso al estallido del estómago, lo cual puede tener consecuencias fatales.