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EL DÍA DE LOS TRABAJADORES

Lanzamiento de huevos en Alemania y proclamas religiosas en Rusia

El Primero de Mayo se vio dominado en Alemania por las críticas a la falta de conciencia social de algunas empresas que marcan desde hace semanas el debate político. Al iniciador de ese debate, el presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), Franz Müntefering, le tiraron huevos en un acto de los sindicatos en Duisburg. Los sectores más izquierdistas le acusan de oportunista y le recuerdan que también el Gobierno debe actuar para frenar la falta de conciencia social.

Más de medio millón de personas participaron en las manifestaciones de todo el país. Aunque más pacíficas que otros años, las marchas registraron algunos altercados. En Leipzig hubo 70 detenidos. También se produjeron detenciones en Berlín, donde algunos manifestantes lanzaron cohetes y piedras.

El presidente de la Federación Alemana de Sindicatos (DGB), Michael Sommer, criticó en Mannheim la "pura avaricia" que guía a los empresarios, a quienes acusó del desempleo masivo por no reinvertir los beneficios en las empresas.

La celebración de la jornada empezó en Berlín ya en la noche del sábado, en que tradicionalmente se celebra con hogueras la Noche de las Brujas. La policía se mostró satisfecha de que este año se produjeran menos detenciones y tres agentes resultaran heridos leves, mientras que el año pasado fueron 192 los policías heridos y 186 los detenidos.

Contra la Constitución

En Francia, el referéndum sobre la Constitución europea que se celebrará el próximo 29 de mayo centró la jornada reivindicativa. La Confederación General del Trabajo (CGT) cifró en 43.000 el número de asistentes a las marchas de todo el país. Los manifestantes aprovecharon para protestar contra el Gobierno y, aunque los sindicatos no quisieron aludir oficialmente a la Constitución, muchas pancartas la criticaban.

Más centradas en las empresas resultaron las reclamaciones en Suiza. Los sindicatos criticaron los abultados salarios que cobran los grandes ejecutivos de las multinacionales en ese país y consideraron que esas fuertes diferencias salariales son "una bomba que explotará".

En Cuba, el presidente Fidel Castro lideró una concentración multitudinaria en La Habana para celebrar el Día de los Trabajadores. Más de un millón de personas, según los organizadores, acudieron a este acto, donde se criticó "la política terrorista y de impunidad de Estados Unidos".

Las protestas y las demandas de mejoras salariales se entremezclaron con festivales artísticos y muestras de artesanía en Argentina. Por primera vez, organizaciones de izquierda y movimientos de piqueteros (desempleados que protestan para demandar planes sociales) se unieron para realizar una marcha conjunta.

También Rusia celebró el Primero de Mayo con una mezcla de actos, en este caso entre manifestaciones reivindicativas y ceremonias religiosas. Y es que la fiesta de los trabajadores coincidió con las festividades de la Pascua ortodoxa. La Federación de Sindicatos Independientes calculó que más de dos millones de personas participaron en los mítines y las marchas organizados. La frase más repetida, lejos de estar ligada a lo laboral, fue de carácter religioso: "Cristo ha resucitado", el saludo que los ortodoxos rusos se dispensan el día de Pascua.

Las compras y los viajes desplazaron en gran medida en China las habituales reivindicaciones durante el Primero de Mayo. El Gobierno reforzó las medidas de seguridad ante el posible estallido de protestas contra Japón. Las estaciones de metro y los autobuses amanecieron abarrotados de miles de personas que se dirigían a disfrutar de su día festivo. Miles de pequineses se concentraron en la plaza de Tiananmen, donde se pudo comprobar el refuerzo de la seguridad.

En Japón, cerca de 300.000 personas participaron en las marchas celebradas para pedir mejoras en las condiciones de vida y un mundo sin armas nucleares. Los manifestantes reclamaron que se paralice el intento del Gobierno de modificar la Constitución, que limita las pretensiones armamentísticas del país.

Valentina Verzunova, de 86 años, veterana de la II Guerra Mundial, en Moscú.
Valentina Verzunova, de 86 años, veterana de la II Guerra Mundial, en Moscú.AP
La policía alemana utilizó cañones de agua para dispersar a jóvenes de partidos de izquierda en Leipzig.
La policía alemana utilizó cañones de agua para dispersar a jóvenes de partidos de izquierda en Leipzig.REUTERS

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