Amistades viriles

El fútbol y el universo de relaciones viriles que se suelen vincular con él suelen ser tema frecuente en el cine inglés. El tema propicia ficciones de autosuperación, peripecias centradas en la amistad puesta a prueba, apuntes más o menos pertinentes para explicar el funcionamiento de una sociedad, que es desde siempre una de las mayores tentaciones del cine realista británico.

Centrado en un grupo de amigos que han crecido juntos, personal y deportivamente, desde la adolescencia hasta que están a punto de cumplir los 30 años del título, el filme aborda, sin profundizar, los cambios que en ellos se han dado, sus sueños, sus ilusiones más escondidas, las debilidades que no están dispuestos a reconocer al grupo.

Este planteamiento, que hubiera podido dar lugar a un discurso mucho más matizado sobre el paso del tiempo, las obligaciones a que la vida somete a todo hijo de vecino, la pérdida de los ideales, se queda en la pálida ilustración de un hecho más o menos puntual, el último partido que están dispuestos a jugar, y en poco más. Exaltaciones de la amistad viril, sueños patriarcales cumplidos y otras debilidades del guión echan por tierra las intenciones de partida de una película demasiado contemporizadora, desequilibrada y superficial como para ser tenida en cuenta.