El sinsentido de la guerra
Leí Hijo de hombre (1960) cuando cursaba mi doctorado en Berkeley. La profesora había asignado Yo, el Supremo en una clase de Grandes Novelas Latinoamericanas, y yo, fascinado por mi descubrimiento del escritor paraguayo, busqué otros textos suyos. Hijo de hombre me llamaba la atención porque trabajaba directamente un conflicto que me tocaba de cerca: la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia. Hasta ese entonces había tenido la perspectiva boliviana, en obras como Sangre de mestizos, de Augusto Céspedes; quería ver cómo narraba un escritor paraguayo la victoria en las armas.
Me sorprendió encontrar en Hijo de hombre esa dialéctica unamuniana entre historia e intrahistoria. Para Roa Bastos, la historia era, como para Unamuno, apenas la "superficie del mar", y había que rasgar esa capa para encontrar la intrahistoria, la vida íntima y las tradiciones de los hombres. Allí se encontraba una visión humanista de la existencia, en la que un ex combatiente paraguayo decía cosas del sinsentido de la guerra que bien podía haber suscrito un derrotado ex combatiente boliviano: "¡Dejamos allá brazos y piernas! ¡Sembramos los huesos de cincuenta mil muertos!... ¿Para qué? Los hombres bajo tierra no prenden!". "¡Defender a la patria! ¡Las tierras de los gringos fuimos a defender!... ¡Nosotros también somos la patria, y quién nos defiende ahora!". ¿Dónde estaba la visión triunfalista de la guerra? No la encontraría en Roa Bastos.
Roa Bastos pertenece a la generación de narradores de la transculturación que renovó la narrativa latinoamericana a mediados del siglo XX (algunos todavía creen que esa renovación la efectuó el boom). Escritores como Carpentier, José María Arguedas, Rulfo, Asturias y Roa Bastos aggiornaron las técnicas narrativas de la novela escrita en español y mostraron que esa modernización formal no estaba necesariamente reñida con la recuperación de las tradiciones locales. En Hijo de hombre, Roa Bastos representa a la cultura paraguaya como un hervidero sincrético de tradiciones hispanas y mitos y leyendas guaraníes; el lenguaje mismo incorpora al castellano palabras y conceptos guaraníes: "Nada unía tanto en los trances difíciles como el ser oyovalle guá, pedazos de la misma tierra natal". Durante las celebraciones del Viernes Santo, los itapeños son tildados de herejes porque tienen "su propia liturgia, una tradición nacida de ciertos hechos no muy antiguos, pero que habían formado ya su leyenda". Para los itapeños, Cristo no puede ser Dios porque Dios no puede morir. Cristo es hijo de hombre, y por lo tanto es "una víctima a quien debían vengar". Todos nosotros, en la obra de Roa Bastos, somos hijos de hombres, "asqueados por la ferocidad del mundo", pero no por ello dejando de buscar la salida a ese absurdo sin "retractarse, ni claudicar, ni ceder".
Edmundo Paz Soldán, escritor boliviano, es autor de El delirio de Turing.
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