La inmigración suavizará el desequilibrio que se prevé en el sistema de pensiones a largo plazo
El pago de prestaciones representa este año el 6,8% del PIB andaluz
Andalucía dedicará al pago de pensiones el equivalente al 6,8% de su PIB en este ejercicio. Si no entrasen inmigrantes de aquí a 2050, el gasto en pensiones se dispararía hasta duplicarse (12,6%), según las conclusiones de un estudio sobre los efectos de la inmigración sobre las finanzas públicas andaluzas. Con un escenario similar al actual -la entrada de 30.000 extranjeros en la economía regional cada año- el pago de pensiones supondría el 10,4% del PIB, "un 37% menos que si el flujo migratorio fuera cero", concluyó el economista José Ignacio García Pérez.
José Ignacio García Pérez ha sido uno de los cuatro profesores que ha participado en la elaboración del trabajo que ha analizado el impacto de la entrada de inmigrantes sobre las cuentas de las Administraciones públicas andaluzas y la sostenibilidad a largo plazo de las actuales políticas de gasto público. Las conclusiones del informe, que todavía no ha sido publicado por el Centro de Estudios de Andalucía, fueron anticipadas ayer por el economista durante el seminario organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo sobre Inmigración: aspectos sociales y económicos bajo la dirección del demógrafo Joaquín Leguina.
"Los inmigrantes ayudan y no perjudican", subrayó antes de aclarar que la contribución, aún siendo positiva, resulta insuficiente para mantener el equilibrio financiero del sistema de la Seguridad Social durante las próximas décadas. Los autores han realizado un ejercicio de simulación para el periodo 2005-2050 usando metodología de contabilidad generacional.
En el primer escenario, que contempla una inmigración cero en Andalucía, el gasto de pensiones evolucionaría hasta alcanzar el 12,6% del PIB en 2050. En el caso de que la llegada de inmigrantes y su incorporación al sistema productivo andaluz fuese al ritmo de finales de los noventa (15.000 extranjeros al año), el pago de pensiones representaría el 11% del PIB, mientras que si el escenario es el actual (30.000 inmigrantes al año) ese gasto significaría el 10,4% del PIB. "Si bien el impacto no será en modo alguno definitivo para resolver el problema de pensiones que, si no se toman medidas, sufrirá no sólo Andalucía sino el conjunto del Estado español; la inmigración ayudará, en el mejor de los casos, a que el gasto en pensiones sobre el PIB aumente un 37% menos que si el flujo migratorio fuera cero", concluye el informe.
No obstante, señalan que "aún contando con el efecto benéfico de los inmigrantes" y una evolución "favorable" del mercado de trabajo, serán necesarias medidas "adicionales" para mantener el equilibrio financiero del sistema durante las próximas décadas.
Remesas cuantiosas
El seminario de la UIMP, que será clausurado hoy en Sevilla por la secretaria de Estado para la Inmigración y la Emigración, Consuelo Rumí, contó ayer también con la intervención de Francisco Joaquín Cortés, profesor de la Universidad de Almería y miembro del Instituto de Estudios de Cajamar, que habló sobre Las remesas de los inmigrantes.
Según los datos del Banco de España, las entradas de emigrantes españoles representaron 4.170 millones en 2004, mientras que las remesas enviadas por los inmigrantes que residen en España a sus países de origen fueron 3.430 millones. "En 2006 probablemente coincidan", pronosticó Cortés.
La importancia de estos envíos monetarios es vital para algunos países como Marruecos. Según los datos facilitados ayer durante su intervención, las remesas de sus inmigrantes en el exterior representan ya el 8% del PIB marroquí, por encima de las inversiones extranjeras en el país norteafricano (alrededor del 6%). En Ecuador suponen cerca del 3% del PIB, aunque Cortés advirtió que "son difíciles de cuantificar". Las cifras son, por tanto, aproximadas.
Francisco Joaquín Cortés citó, entre las ventajas de las remesas, que representan una "privatización de la financiación al desarrollo alternativa a los mercados de capitales y a los departamentos gubernamentales". Además, mejoran el bienestar de las familias, contribuyen a equilibrar la balanza de pagos y "permiten que lleguen recursos a entornos que se quedaban fuera de los circuitos oficiales". Por el contrario, estas aportaciones se convierten a menudo "en ayuda a la supervivencia y no en instrumentos localizados de desarrollo". Otro de los inconvenientes enumerados por Cortés fue el destino mayoritario de las remesas, que se dedica al consumo y no al ahorro o la inversión.
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