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Montilla desautoriza a Milà y le recuerda que la línea de Bescanó no es de "su negociado"

Maragall y Saura se enfrentan en privado por la voluntad del PSC de construir la 'autopista eléctrica'

Miquel Noguer

Los socialistas catalanes decidieron ayer no pronunciarse sobre la necesidad de la línea transfronteriza de 400.000 voltios entre Cataluña y Francia. No hizo falta. En su lugar habló el ministro de Industria y primer secretario del PSC, José Montilla, que desautorizó sin paliativos al consejero de Medio Ambiente, el ecosocialista Salvador Milà, por su posición contraria a la interconexión. Sin contemplaciones, Montilla le recordó que la política energética "no es de su negociado". El desencuentro entre ambos partidos tuvo su continuidad en el Palau de la Generalitat con una encendida discusión entre Pasqual Maragall y Joan Saura.

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Las espadas están en alto en el Gobierno catalán. Precisamente por ello, el PSC decidió ayer no atizar el fuego y reservarse su opinión sobre la idoneidad de construir una autopista eléctrica que el Gobierno central defiende a capa y espada, la cual lleva camino de abrir una nueva crisis en el tripartito por los recelos de ERC y la frontal oposición de Iniciativa.

Quien no se reservó la opinión fue José Montilla, quien en una entrevista en Catalunya Ràdio pidió al consejero de Medio Ambiente, Salvador Milà, que no se dedique a los "temas de energía" porque "a él no le pedirán responsabilidades si un día hay un apagón". Antes de decirle a Milà que "no debe dedicarse a los temas de energía", el ministro recordó al consejero que en un gobierno "cada uno tiene su papel".

Montilla está especialmente molesto con Milà por la carta que remitió al Ministerio de Medio Ambiente para exigir la paralización de la tramitación ambiental de la línea hasta que la Generalitat se pronuncie oficialmente sobre su construcción.

La desautorización no sentó nada bien a sus socios de ICV. Su portavoz, Dolors Camats, acusó a Montilla de crear "alarmismo" entre la población de Girona con sus continuas declaraciones acerca de la supuesta carencia de energía eléctrica que tiene esta provincia. "Si hace falta energía, que diga cuánta y dónde, y cómo piensa arreglarlo, pero que no amenace con posibles problemas cuando nos consta que no los hay".

El malestar entre ambos partidos llegó a las más altas instancias gubernamentales con una agria discusión en privado protagonizada ayer por el presidente, Pasqual Maragall, y el consejero de Relaciones Institucionales, Joan Saura. Durante el almuerzo semanal en el que participan ambos dirigentes, Saura reprochó a Maragall la contumacia socialista en construir la línea eléctrica haya o no haya consenso.

Mientras tanto, tras una semana de gestos contradictorios, Convergència i Unió pidió ayer en el Congreso de los Diputados la comparecencia de tres ministros (los de Medio Ambiente, Industria y Fomento) para aclarar "la necesidad" de la línea de alta tensión y para saber si se trata de una infraestructura para abastecer Girona o de un tendido de carácter internacional pensado para satisfacer los intereses franceses de vender su excedente energético. Con esta pregunta CiU admitió implícitamente que carece de una opinión formal sobre si la línea es o no necesaria: "Necesitamos elementos objetivos para fijar nuestra posición", concluye el documento, firmado por el diputado Jordi Xuclà. Pero su compañero de partido, el parlamentario catalán Antoni Fernández Teixidó, pareció no tener dudas y exigió dimisiones en el seno del tripartito.

El cuarto partido en discordia, Esquerra Republicana, se cebó en esta falta de posicionamiento de CiU. "Mientras sus alcaldes de Girona y el presidente de la Diputación firman mociones contra la línea, los máximos dirigentes de la federación se manifiestan a favor", recordaron desde ERC.

El único sector donde la construcción de la línea goza de apoyo sin fisuras es el empresarial. Algunos miembros de Fomento del Trabajo y del Círculo de Economía se sumaron ayer a la defensa de la línea transpirenaica.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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