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Canal de Historia desvela los aspectos más desconocidos de Hitler

La cadena ofrecerá el 30 de abril seis documentales sobre el Führer

El 30 de abril de 1945, Adolf Hitler y Eva Braun, con algunos de sus adeptos, como Goebbels, emprendían su último proyecto en común: el suicidio en el búnker de la Cancillería. Bajo el título El último día de Hitler, Canal de Historia (Digital +, dial 65 y redes de cable) presentó la semana pasado en Auschwitz (Polonia) un especial de seis documentales que emitirá este sábado y que aborda numerosos aspectos desconocidos del dictador.

Cuando se cumplen 60 años del suicidio del abominable personaje, Canal de Historia se desplazó a Auschwitz, sinónimo del horror absoluto, para presentar una programación especial que intentará desentrañar algunos enigmas que rodearon a una de las figuras clave del siglo XX. La "maratoniana jornada de seis horas", tal como definió Diego Castrillo, director general de la cadena temática, esta cita del próximo sábado, se abre con Adolfo Hitler: el hombre y el mito (16.00 y 22.00). Responsable de uno de los genocidios más terribles, el documental realiza un recorrido por la vida del dictador desvelando curiosidades como su deseo de ser pintor o su defensa de los animales. También muestra multitud de vídeos caseros filmados por la propia Eva Braun y testimonios inéditos de sus colaboradores.

La segunda producción, Los secretos de Nordhausen (17.00 y 23.00), se adentra en la factoría subterránea más grande del mundo: siete millas de túneles construidos para fabricar armas secretas. Tecnología y tortura iban de la mano en este enclave en el que al menos 25.000 trabajadores perdieron la vida. High Hitler (18.00 y 24.00) analiza la relación entre el Führer y su médico, Theodore Morrell.

Hitler soñó con una raza superior, máxima para la que orquestó el Holocausto; sin embargo, su historial revelaba numerosas debilidades. Vegetariano e hipocondriaco, abusaba de los laxantes, sufría calambres en el estómago y era adicto a las anfetaminas.

La expansión del Ejército alemán provocó la exterminación de millones de judíos y de enemigos políticos del III Reich. Salvados por la diplomacia (19.00) relata cómo muchos habrían engrosado esas listas si no hubiera sido por el valor de miembros del servicio diplomático extranjero "que se jugaron trabajo, reputación y la propia vida", subrayó Castrillo. Así, el portugués Arístides de Sousa Mendes expidió más de 30.000 visados en un día, entre los que destacan los de familiares del escritor Thomas Mann y el del pintor Marc Chagall, y Carl Lutz centró sus esfuerzos en la liberación de miles de niños judíos húngaros de Auschwitz.

Los socios americanos de Hitler (20.00) examina el papel primordial que compañías norteamericanas (IBM, Ford, Coca-Cola) desempeñaron en poner en marcha la máquina armamentística alemana. Conspiración contra Hitler (21.00) cuenta cómo el curso de la historia podría haber sido distinto si el primer complot para asesinarle, en 1939, hubiera tenido éxito. Asimismo descubre los detalles de esos atentados, de los cuales Hitler se libró, según él mismo por su destino divino.

El especial se completará con una entrevista con Oliver Hirschbiegel, director de El hundimiento, largometraje que narra los últimos días de un Hitler envejecido y paranoico.

Imagen del documental <i>Adolf Hitler: el hombre y el mito. </i>
Imagen del documental Adolf Hitler: el hombre y el mito.

Paseo por el horror y la muerte

Un sarcástico lema en alemán 'Arbeit macht frei' ('El trabajo os hará libres') sobre la puerta principal de lo que se conoce como Auschwitz I, a 60 kilómetros de Cracovia (Polonia), recibe a quienes traspasan la verja del más grande y terrible de los campos de exterminio nazis. En 1947 se convirtió en museo estatal, apenas dos años después de que los soldados del Ejército Rojo liberaran a los prisioneros el 27 de enero de 1945.

Comienza la visita al museo, un viaje al pasado, hacia el descubrimiento de una realidad que no puede dejar indiferente a nadie en su sano juicio. A la entrada, la profética máxima del filósofo y escritor español George Santayana -"Quien olvida su historia está condenado a repetirla"- da la bienvenida. Unos metros después se puede leer una ominosa sentencia: "Debemos liberar la nación alemana de polacos, rusos, judíos y eslavos". ¿Su autor? Otto Thierack, ministro de Justicia del III Reich. Toda una declaración de aberrantes principios.

Colegiales, adolescentes judíos ondeando banderas del Estado de Israel, hombres y mujeres se cruzan en los pasillos o en las escaleras desgastadas, los ojos enrojecidos, las caras sombrías... Todos perciben que Auschwitz I y Auschwitz II-Bikernau, construido a tres kilómetros escasos del primero, son un símbolo de inhumanidad que encierra la agonía de 1.100.000 personas que fueron asesinadas.

Un guía desgrana datos monstruosos: "En 1994, en la cúspide del Holocausto, se mató en la cámara de gas diariamente a 6.000 víctimas. Después se quemaban en los hornos". Una fábrica de matar, donde se acabó arrojando a los niños vivos a las hogueras al no dar a basto los crematorios. El recorrido continúa por calabozos y celdas. Una placa en una de ellas recuerda que, entre aquellas cuatro paredes, el sacerdote polaco Maximilian Kolbe cambió su vida por la de otro preso. También hay salas transformadas en exposiciones permanentes que acumulan objetos personales, testigos mudos de tanta ignominia. Una vitrina contiene miles de zapatos, botas, sandalias, alpargatas... Otra, un sinfin de maletas, con los nombres de sus dueños escritos con pulcras letras mayúsculas: Klener Hedwig, Maria Kafka, Jnes Meyer... Más allá se apilan kilos y kilos de cabellos femeninos que los nazis utilizaban "para rellenar colchones", explica el guía en un susurro.

Es imprescindible salir al aire libre. En la incipiente primavera polaca, el canto de los pájaros intenta reventar el silencio, un silencio de muerte. Y en la cabeza, dando vueltas, una frase del escritor italiano Primo Levi: "No hay palabras para expresar esta injuria, esta destrucción del hombre".

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