Imaginación delirante

No tiene secretos, para quien conozca el cine de Katsuhiro Otomo, uno de los cineastas fundamentales de la animación japonesa contemporánea, un filme como Steamboy. Contiene los mismos aciertos y similares errores que ya presentaba su obra más influyente, Akira: una imaginación desbordante, una animación precisa, escrupulosamente ejecutada..., y una duración disparatada que amenaza de muerte al conjunto de la propuesta.

A diferencia de otras obras suyas, aquí no estamos en un futuro aún incierto, sino en un (imposible) pasado, mediados del siglo XIX en Inglaterra. Otomo construye una fábula moderna pero, con una resolución de la trama tan peligrosamente estirada, tan supeditada a lo más difícil todavía, que amenaza con anestesiar hasta al fan más desatado.