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Columna
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"Andaluces y andaluzas"

Hace un par de semanas, Manuel Chaves anunció que "el Estatuto no debe estar escrito sólo en masculino". Otras voces sugieren que se utilice más el neutro. Cuidado, que vienen curvas.

Se sigue extendiendo esa moda extraña del discurso político: "Los andaluces y las andaluzas", "los sevillanos y las sevillanas", "los vascos y las vascas"... Intenta constituirse en nueva norma contra una presunta discriminación de la mujer por razón de género gramatical. La intención es buena. El resultado, no tanto. "Suena fatal", "¡Qué pesado!" dicen muchas personas, incluidas mujeres progresistas. Tampoco es avalado el recurso por lingüistas solventes, ni de derechas ni de izquierdas. "Es la falta de costumbre", argumentan los defensores del nuevo cuño. No lo creo. La explicación debe andar por otro sitio.

De entrada, conviene recordar que la lengua se rige por unas cuantas reglas principales. Una de ellas es la economía. Otra, la claridad del mensaje. Desde ninguna de las dos se justifica el uso que estamos comentando, pues amplía el discurso innecesariamente y lo que aclara es una obviedad. Cuando el presidente o el alcalde se dirigen a los ciudadanos en plural masculino es impensable que se estén olvidando de las mujeres, o que quieran discriminarlas. Buena les podía caer. Conviene echar mano de nuevos enfoques, como el de la pragmática, que aplica el concepto de intencionalidad del hablante y ve el acto de la comunicación como un todo significativo. Es evidente que al decir "los andaluces estamos plenamente integrados en Europa", nadie puede pensar que, intencionadamente, se esté excluyendo a las mujeres. El castellano resolvió ese escollo asignando al plural masculino la representación general de la especie, cuando no es necesario distinguir. Esto es, utilizando esa forma como un neutro funcional. Querer cambiar eso a estas alturas obliga a circunloquios y pleonasmos poco útiles.

Cierto es también que el predominio social de los varones abusó del masculino en algunos casos, como en: "El hombre lleva más de un millón de años sobre la Tierra". Con la óptica de otra de las nuevas disciplinas, la sociolingüística, hay que tener en cuenta que muchas mujeres de hoy ya no se sienten representadas en esa afirmación. Pues bien, digamos: "La humanidad lleva...". Fácil. En otros supuestos similares, sin embargo, se producen falsas soluciones. Hace unos años la Consejería de Educación cambió la denominación "Centro de profesores" por "Centro de profesorado". Aparte de introducir ambigüedad, no resolvió nada, porque el nombre "profesorado" sigue siendo masculino. En castellano no existen sustantivos neutros, por si es eso lo que se pretendía, que me temo. En otros, la sustitución es sencillamente imposible, como por ejemplo en ambos. Si sustituyes al padre y a la madre por "los dos", sigues empleando el masculino. Ahí nuestra lengua no tiene recambio. Podríamos fabricar "ambes", como también "les andaluces" o "les sevillanes". Todo sería cuestión de darle tiempo al idioma. Aunque me temo que el idioma no esté por la labor. Cuidado con los curvas, don Manuel.

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