Conciencia y poder de la literatura y de los escritores
Dejarse atrapar por la esfera del poder, escapar a su influencia o denunciar sus delitos son algunas de las posibilidades que se abren ante el escritor cuando se plantea su relación con gobiernos o gobernantes, pero, sin duda, si la literatura quiere ser universal, tiene que alejarse de todos ellos. Ésta fue una de las principales conclusiones a las que llegaron el domingo autores como Bernard Henry-Levy, Tomás Eloy Martínez, Sashi Tharoor o John Ralston Saul, que debatieron en torno al tema Literatura y poder, dentro de uno de los encuentros literarios del PEN World Voices.
"Durante la revolución naranja en Ucrania, el aspirante a primer ministro Víktor Yúshenko, en medio de un mitín, gritó lo impensable: 'Escribiremos un libro sobre esta revolución", recordó la intelectual ucrania Oksana Zabuzhko. Y tras describir la tendencia de los gobiernos a construir una narrativa en torno a la historia para colmar la necesidad de las masas de sentirse parte de los cambios en el poder afirmó: "Mi obligación como escritora debería ser negarme a escribir ese libro, aunque me lo pidiera un político al que respeto, porque nuestra admiración por un gobernante no le convierte en un ser incorruptible".
Francine Prose, una de las estadounidenses que ha encabezado las críticas de los intelectuales de su país contra la Adminstración de Bush, llamó a la recuperación de la palabra conciencia, "que parece haber desaparecido de nuestro vocabulario, corrompido por el uso perverso que el poder hace de las palabras y que en Estados Unidos ha llevado al Gobierno a apoderarse de términos como patriota, libertad o democracia, tergiversando su significado original". La novelista aseguró que en su papel de ensayista siente la necesidad de denunciar "que vivo en una casa en la que se cometen crímenes y, aunque nunca he pensado que esos delitos vayan a frenarse gracias a mis palabras, es importante levantar la voz", aseguró.
Responsabilidades
Para subrayar ese punto, el filósofo Henry-Levy recordó que la literatura tiene responsabilidades frente a los ciudadanos, pero hay diferentes formas de operar. "Por un lado, está el poder de la literatura en sí, que actualmente atraviesa por una profunda crisis. Y luego está el poder de los escritores que dejan la pluma sobre la mesa y participan en las cosas del mundo". Henry-Levy recordó el papel de autores como Dos Passos u Orwell ante la Guerra Civil española mientras Europa se lavaba las manos, o como ante la llegada del nazismo Malraux o Breton "gritaron en el desierto", o como él mismo y Susan Sontag se implicaron en el conflicto yugoslavo. "El poder de los escritores está precisamente en su posibilidad de no ser parte del poder" clamó.
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